martes, 27 de noviembre de 2007

¡CRISTO TE LLAMA HOY!

¡CRISTO TE LLAMA HOY!

Porque:

Necesita tus manos

Necesita tu voz

Necesita tus ojos

Necesita tu corazón

Necesita tu entrega

generosa

Para:

Seguir amando

Seguir salvando

Seguir liberando

Dios quiere personas que amen como Él

El voluntariado tanto para jóvenes como para mayores es importante y ampliamente vivido en nuestra sociedad. Anoto a continuación algunos párrafos de lo que dijo el Papa, durante su viaje a Austria, a los que viven esa forma de misión.

“Gracias a Dios, para muchos es una cuestión de honor comprometerse voluntariamente a favor de los demás. Ese compromiso significa ante todo una ocasión para formar la personalidad y para insertarse en la vida social con una contribución activa y responsable. Sin embargo, la disponibilidad a una actividad de voluntariado se basa a veces en muchas y diversas motivaciones...

Los jóvenes desean que su capacidad y sus talentos sean “suscitados y descubiertos”. Los voluntarios quieren ser interpelados personalmente: “Te necesito”, “tú eres capaz”. ¡Cuánto bien nos hace una petición de ese tipo!. Precisamente en su sencillez humana, nos remite de modo indirecto a Dios que nos ha querido a cada uno de nosotros y que a cada uno ha dado su tarea personal, más aún, que necesita de cada uno de nosotros y espera nuestro compromiso.

Así, Jesús ha llamado a los hombres y les ha dado la valentía para llevar a cabo cosas grandes, que por sí mismos no se sentirían capaces de hacer. Dejarse llamar, decidirse y después emprender un camino sin la acostumbrada pregunta sobre la utilidad y los beneficios: esta actitud dejará huellas sanadoras...

El “si” a un compromiso de voluntariado y solidaridad es una decisión que nos hace libres y nos abre a las necesidades de los demás, a las exigencias de la justicia, de la defensa de la vida y de la salvaguarda de la creación. En los compromisos del voluntariado entra en juego la dimensión clave de la imagen cristiana de Dios y del hombre: el amor a Dios y al prójimo...

Comprometerse en el voluntariado constituye un eco de gratitud y es la transmisión del amor recibido. “Dios quiere personas que amen como Él”, dice Duns Escoto". Texto: Hna. María Josefa Cases.

Sodalicio de Vida Cristiana

Sodalicio de Vida Cristiana

Fuente:
Autor: Carlos Díaz

¿Qué es el Sodalicio de Vida Cristiana?

Es una institución de la Iglesia Católica, una Sociedad de Vida Apostólica, aprobada por el Papa Juan Pablo II en el año 1997. Su nombre universal es Sodalitium Christianae Vitae y sus siglas SCV.

En la larga historia de fe que se inicia hace casi cinco siglos, se trata de la primera comunidad masculina de consagrados nacida en tierras peruanas. Inicialmente el Sodalicio de Vida Cristiana estaba conformado solamente por personas nacidas en el Perú.

Con el paso de los años y con la marcha a servir pastoralmente en otros países hoy lo integran personas de diversas nacionalidades. Sus miembros se llaman sodálites. Ellos aspiran a conformarse con el Señor Jesús por el camino del amor filial a la Virgen María y a estar plenamente disponibles para el anuncio del Evangelio en las diversas realidades humanas.

Su conciencia del Plan de Dios los mueve a cooperar a que las realidades terrenas se ajusten a él, según la iluminación del Magisterio de la Iglesia. El Sodalicio de Vida Cristiana está integrado por laicos y sacerdotes que tras un proceso de discernimiento han reconocido en sus vidas la vocación a consagrarse plenamente a Dios, realizar el apostolado y llevar una vida fraterna, aspirando a la perfección de la caridad según las Constituciones que lo rigen.

Se trata de una comunidad eclesial surgida a fines del siglo XX de cara al tercer milenio de la fe, y que se encuentra en las coordenadas del Concilio Vaticano II, acogiendo las orientaciones de los grandes documentos de la Iglesia.

Visita la página de Sodalicio de Vida Cristirana, en: www.sodalicio.org.co

sábado, 24 de noviembre de 2007

las Clarisas de Lerma

las Clarisas de Lerma

Fuente: Arvo.net
Autor: José M. Vidal


Los vecinos de Lerma sólo ven a las clarisas de La Ascensión cuando salen a votar. Se levantan a las seis y media de la mañana y dedican seis horas al día a la oración.

Llegan de toda España, con sus títulos bajo el brazo: farmacéuticas, físicas, actrices, publicistas, abogadas, estudiantes, empresarias o empleadas. De todas las clases sociales. De Neguri, pero también de Leganés. Algunas, amigas del presidente de Endesa o del director general de la Policía, Juan Cotino. Otras, de barrios humildes de Madrid, Sevilla, Badajoz o Bilbao. Chicas como Alejandra, brillante ejecutiva de Arthur Andersen. «Estás loca, allí no pegas», coreaban sus compañeros cuando les dijo que se metía a monja de clausura. «Comprendí que luchar por el dinero y por el prestigio social no era suficiente para dar sentido a una vida», dice ella.

Al cardenal Rouco Varela se le llena la boca cuando hablan de las monjas: «¿Pueden imaginarse que haya un monasterio de clarisas de 72 religiosas cuya edad media no supera los 30 años? Todas ellas proceden de las profesiones más exitosas en las que se mueve la mujer en España. No caben, están durmiendo en literas, ocho están en espera de poder entrar en el monasterio. No les digo qué monasterio para que no las perturben en su paz». El nombre que el cardenal no da, el lugar donde se obrado el milagro de la fecundidad vocacional, no es otro que el de La Ascensión de las clarisas de Lerma (Burgos).

La apuesta de Rouco
Mientras casi todos los conventos y monasterios (incluidos los otros dos de Lerma) languidecen o se rejuvenecen con novias de Dios importadas de África o la India, las clarisas de Lerma no dan abasto y tienen que apretujarse para acoger a todas las muchachas que llaman a sus puertas en la flor de la vida. Un 10% de las novicias de toda España se concentran allí.

El cardenal Rouco está entusiasmado con ellas. Las visita a menudo y sigue de cerca su evolución a través de su obispo auxiliar, Eugenio Romero Poso. Se rumorea que ya no caben y que están pensando en trasladarse a Madrid. Dicen que el arquitecto Santiago Calatrava va a construirles gratis un convento en Colmenar Viejo para que prendan el fuego de Cristo a este Madrid descreído. Lerma, cortesana y conventual, las echará de menos. La clave que avanza el cardenal Rouco para explicar este fenómeno vocacional es teológica: «Apostar por ir a lo esencial de le experiencia cristiana da resultado».Un religioso que conoce bien a las clarisas afina más: «El milagro de Lerma es y fue posible por una monja, una mujer con un don especial, con un carisma extraordinario para conectar con la juventud actual, y tocada por el dedo de Dios».

A sor Verónica, algunos la llaman «la nueva Clara», en referencia a la fundadora de la congregación, Clara de Asís, enamorada de Dios y de san Francisco, que creó la orden guiada por un lema: «Mi Dios y mi todo». Verónica Berzosa nació el 27 de agosto de 1965 en Aranda de Duero (Burgos). Su padre era comerciante y profesor de música. El día de su nacimiento tiró cohetes porque por fin llegaba una niña después de cuatro varones. Un bebé precioso, de ojos verdes, que creció feliz en una familia unida como una piña. Una niña que desde pequeña recibe indicaciones de Dios.

La primera, según cuenta ella misma en el libro Clara ayer y hoy (editorial BAC), se la da un confesor el día de su primera comunión: «Si quieres ser feliz un día, estrena un par de zapatos; una semana, mata un cerdo; toda la vida, monja de clausura».Verónica crece, se convierte en un chica guapa que se lleva a los chicos de calle, estudia, forma parte de una pandilla que va a discotecas y fuma porros y se echa un novio que estaba tan enamorado de ella que hasta le compró un caballo. Pero todo eso no la llenaba. «Algo en mi interior me urgía a buscar sin descanso.Viendo cómo la gente destruía su vida, yo deseaba buscar algo que no se acabara, que fuera eterno». Y lo encontró en un convento de clarisas moribundo. Cuando ella llegó, hacía 23 años que en el monasterio de Lerma no ingresaba una novicia. Algunos apostaron que no duraría nada.

No sólo duró sino que hizo revivir al convento. A sus 24 años, optó por Dios, «porque no merece la pena gastar las fuerzas en lo que tiene fin». Las vocaciones comenzaron a fluir atraídas por el imán de sor Verónica, la monja de ojos verdes y pecas convertida en maestra de novicias. Las futuras monjas de clausura se enteran de la existencia de este convento por el boca a boca, a través de sus amigas o en las pascuas juveniles. Se organizan en Semana Santa y durante ellas las chicas, procedentes de monasterios, parroquias y congregaciones de toda España, tienen la posibilidad de conocer a las clarisas de Lerma. Así llegaron sor María Olatz, una bilbaína que lo tenía todo y todo lo dejó: «Cristo me robó el corazón. Él lo llena todo. Siento que vale la pena dárselo todo y que todo es poco». Y sor Isabel, sor Patricia, sor Ana Belén... hasta la última postulanta, que entró el pasado sábado.

El monasterio de Lerma, como el resto de los conventos de la Orden, no puede tener rentas fijas. Tiene que vivir de la Providencia (son muchos los novios que antes de casarse llevan a las clarisas 13 huevos para que haga buen tiempo el día de su boda) y de su trabajo en la huerta o como reposteras: pastelitos, trufas y tartas, mostachones, pastas de té o bocaditos de cielo [se pueden encargar en el 947 17 01 22].

En el convento manda Dios y, después, sor Blanca, la madre abadesa, elegida cada cuatro años por las monjas profesas. La campana es, para ellas, la voz de Dios. Y se levantan de un brinco cuando suena a las dos y media de la madrugada para rezar maitines.Vuelven a la cama y se levantan de nuevo a las seis y media.El día está repleto de oración (seis horas), trabajo (cinco horas), estudio y algo de recreo. Una vida al ritmo de las horas del salterio y muy austera: sandalias y hábito negro con cíngulo blanco. Pequeñas celdas con cama, armario y un banquito. Las postulantes, por ser tantas, duermen en literas. Comen y trabajan en silencio, con la mente siempre puesta en su amado: «Todo por Cristo y para Cristo».

Salida para votar
No salen del convento para nada. Los recados se los hace Zoilo García, el «demandadero» y sólo abandonan la casa en caso de enfermedad o para ir a votar. Es el momento en que la gente del pueblo las examina de arriba abajo. «Sólo las vemos cuando vienen a votar y son realmente muy guapas. Es una pena», dice el alcalde, Dan Ortiz. El edil socialista se queja de que la Junta les conceda subvenciones sin parar («la última de 150.000 euros») a las monjas y no al pueblo.

Algunos en Lerma dicen que «son ricas», que vienen a verlas muchos Mercedes y BMW. Pero también Fiestas y Twingos. Pocos pueblos pueden presumir de tener tantos «pararrayos de Dios», como llaman los curas a las monjas de clausura. Tres conventos: las carmelitas de la madre Maravillas (de estricta observancia, 15 monjas muy mayores y ninguna novicia); las dominicas, (13 monjas y dos novicias) y las clarisas. «Aquí las queremos a todas, independientemente de su número. ¿El secreto de las clarisas? Si lo supiera... Lo que sí sé es que Dios está de por medio», asegura el párroco de Lerma, Jesús Castilla..

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Misioneros del Sagrado Corazón

Misioneros del Sagrado Corazón


Fuente: www.archimadrid.es
Autor: Fides

El 8 de diciembre de 1854, en el día en que fue proclamado el dogma de la Inmaculada Concepción de María, el P. Jules Chevalier (1824-1907) fundaba en Francia los Misioneros del Sagrado Corazón (MSC) que este año festejan los 150 años al servido del anuncio del Evangelio.

El P. Chevalier era entonces un joven vicario parroquial, apenas nombrado en Issoudum, diócesis de Bruges (Francia) que intentaba así realizar un deseo cultivado desde los tiempos en el seminario: fundar una congregación misionera que hiciera conocer los hombres el amor misericordioso de Dios como remedio a los males de su tiempo. Estaba de hecho convenido de que el Corazón humano y divino de Cristo es la manifestación más completa del amor de Dios hacia los hombres. Este principio espiritual ha sido el fundamento de su vida y de las congregaciones fundadas por el.

El P. Chevalier animado de esta profunda devoción al Sagrado Corazón de Jesús, comparte con el P. Maugenest, un ex compañero de seminario, entonces vicario parroquial como el, la intención de fundar un instituto misionero. A pesar de que este propósito encontró al principio una fuerte oposición por parte de sus superiores, los dos sacerdotes no se desanimaron e invocaron con fe a la Virgen Maria para que iluminase su camino y les ayudase en este empresa. El 8 de diciembre de 1854 es la data reconocida como del nacimiento de los Misioneros del Sagrado Corazón (MSC) de los que el P. Chevalier y el P. Mugenest fueron los dos primeros miembros.

En los años siguientes nacieron la Congregación de las Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón (1874), las de los sacerdotes seculares del Sagrado Corazón y la Tercera Orden del Sagrado Corazón, llamada mas tarde Fraternidad secular MSC o Laicos MSC. En el 1900 el P. Linckens, MSC fundó la congregación de las Misioneras del Sagrado Corazón de Hiltup. Los miembros de todas las congregaciones viven el mismo carisma y están animado por la misma espiritualidad.

Los misioneros del Sagrado Corazón eran pocos y sin grandes medios materiales cuando en 1881, el entonces Prefecto de Propaganda Fide, el Card. Simeón, confió al fundador la evangelización de Melanesia y de Micronesia, en Oceanía. Este primer compromiso marcó el desarrollo de la congregación abriéndola decididamente a la evangelización de los no cristianos e iniciando una estrecha colaboración con el Dicasterio misionero. El duro trabajo en los entonces Vicariatos apostólicos de Melanesia y Micronesia que costó incluso la vida de numerosos misioneros, dio buenos frutos: muchas Iglesias locales nacieron y son hoy florecientes gracias a la obra de los MSC en Papua Nueva Guinea en las islas del pacifico.

En 1903 los primeros MSC llegaron a Indonesia comprometiéndose en la evangelización del actual Papua occidental y de las islas Molucas. En 1904 le toco a Australia septentrional, después siguieron Filipinas, China, Japón, India y corea. Los Misioneros del Sagrado Corazón han trabajado también mucho en África, compartiendo el sufrimiento de aquel pueblo. En 1924 les fue confiada la prefectura apostólica de Tshuapa (en la actual Republica Democrática del Congo), después Sudáfrica, Senegal, Camerún. En América la presencia de los MSC data del 1873 y va desde Canadá a América Latina: Brasil, Colombia, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, México, Nicaragua, Perú.

Según las estadísticas más recientes los Misioneros del Sagrado Corazón son 2.041 en 228 casas en los cinco continentes. De estos, 23 son Obispo, 1.440 sacerdotes, 301 estudiantes, 277 religiosos no sacerdotes. En 150 años de actividad misionera han tenido 68 Obispos, han fundado 27 iglesias locales en Oceanía, Africa, Asia y América Latina. De los MSC han salido además numerosos fundadores que han dado origen al menos a 21 congregaciones religiosas.
Después de la apertura de las celebraciones por el 150 aniversario de fundación en las diversas provincias el día de la solemnidad de la Epifanía (6 de enero) otro momento importante será la fiesta del Sagrado Corazón el 18 de junio, mientras que el 8 de diciembre, en la clausura del año jubilar, los misioneros renovaran su compromiso al servicio del anuncio del Evangelio.
(SL) 23/2/2004

Pasos para distinguir una Vocación Religiosa/Catholic.net/Vocaciones

Pasos para distinguir una Vocación Religiosa

Fuente:Catholic.net

Para distinguir una vocación religiosa, se deben consultar 3 fuentes: A Dios, a tu confesor, y a tí mismo.


a) Consultar a Dios

San Pablo, en el momento decisivo de su conversión, exclamó: "Señor, ¿qué quieres que haga?". Esta tiene que ser tu oración. El salmo 17, dice en uno de sus párrafos: "Enséñame, Señor, tus caminos, y guíame por el sendero llano".
Cuando Dios se reveló al que sería el profeta Samuel, el joven inexperto no lo reconoció, y pensó que era el sacerdote quien le hablaba. Al entender, el sacerdote le dijo: "Cuando oigas la voz, responde: "Habla, Señor, que tu siervo escucha".

Ésta debe ser nuestra oración. En silencio completo, esperando la inspiración de Dios. "Habla, Señor, que tu siervo escucha".

Demasiadas personas buscan tantos y tantos consejos en la vida... psicólogos, lectores del Tarot, consejos telefónicos, a los amigos, y casi nunca dejan a Dios hablar. También tenemos que recordar, que la oración no es un monólogo, sino un diálogo. Es como hablarle a Dios de tantas y tantas cosas y no le damos espacio para que nos hable. Recuerdo en un libro que leí, que Dios dice a sus profetas: "Quédate quieto, y reconoce que soy el Señor". Y este autor, comenta: "En mi versión autorizada personalizada de la Biblia, diría: ´¡Oye! Cállate y déjame hablarte una vez, quieres?"

Debemos aprender a estar en silencio, para poder escuchar a Dios. Precisamente antes de su vida pública, Jesús se fue al desierto - donde no había ruidos... a ayunar y orar. Y fue en ese silencio, cuando supo diferenciar de las tentaciones del demonio, y de la voluntad de Dios.

En todos los profetas del Antiguo Testamento, notamos una constante: Ellos siempre tienen un encuentro personal e individual con Dios. No entre Dios y "los jóvenes de tal o cual grupo", ni "al director de alabanza", ni al "monseñor Pérez". Es entre Dios y [ pon tu nombre aquí ].

También hay que notar otra cosa: El pecado. Mientras estamos en pecado, nos será imposible reconocer nuestra vocación. Leamos este pasaje del profeta Isaías:

Cuando Dios te libere de tus padecimientos, de tus inquietudes y de la dura esclavitud a la que estabas sometido, dirás estas palabras (de profecía) contra el rey de Babilonia...
Es decir: Dios no nos manda a denunciar los males y a anunciar el evangelio, sino hasta que estamos libres de toda inquietud, padecimientos y esclavitudes. Y fíjense que no dice: "En caso de que Dios te libere". Dice claramente: "CUANDO Dios te libere".

Por eso, no hay que desconfiar de que Dios no nos dará señales, o de que seremos demasiado brutos para entenderlas. Pidamos ENTENDIMIENTO y Dios nos responderá.


b) Consultar al sacerdote

De preferencia al sacerdote a quien recurres regularmente... desafortunadamente se dan muy pocos casos. Por eso hay sacerdotes EXPERTOS en asesorar a las vocaciones. Hay retiros VOCACIONALES, no de cualquier grupo. Generalmente son retiros promovidos y DIRIGIDOS por la Arquidiócesis o por la diócesis del lugar. Es decir, por los representantes directos de la Iglesia Católica. Sería un tanto redundante consultar con el sacerdote de la comunidad a la que has sido atraído. Lo más recomendable es consultar sobre tu vocación con un sacerdote EXTERNO, para lograr la imparcialidad requerida. Yo en lo personal consultaría con DOS sacerdotes. Uno, de la comunidad, y otro, externo - pero experto en vocaciones religiosas. En la comunidad del Altillo, en México, un sacerdote me supo orientar muy bien sobre algunas dudas que tenía (no necesariamente de la vocación), y me ayudó mucho a superar un problema que tenía. Digo, si están allí es por algo, ¿para qué desperdiciarlos?

El sacerdote tiene una luz especial que Dios le dá, para ayudar a las personas. Algunas veces incluso, se da el caso de que tenga un don MUY especial, llamado CARISMA DE DISCERNIMIENTO, para casos difíciles, como análisis de si alguien está por ejemplo poseído, o para indagar en casos de mantrimonios nulos. Y desde luego es lógico que quien tenga este carisma, ayude a los jóvenes en busca de su vocación.

Nótese, que Cristo, dijo a sus apóstoles: "Y bajará el Espíritu Santo, que os hará entender todas las cosas que os he dicho". También les dió poder para atar y desatar: "Lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo".

Imagínense al sacerdote como a un general en su bunker, y ustedes son los soldados en combate.
El general tiene a su acceso estrategas, radares, información del enemigo, rutas de acceso... y ustedes no pueden ver nada, y no tienen LA MÁS REMOTA IDEA de dónde están, o a dónde van. Pero el general puede ver por dónde van, si se están dirigiendo a una trampa, etc. etc. Así, Dios ilumina al sacerdote mostrándole, mediante la palabra, la oración, etc., cómo irlos guiando. Desde luego, si ustedes no siguen sus consejos, pues se van a hacer bolas pero tremebundamente.

Ningún ciego puede guiar a otro ciego. Si el grupo parroquial o comunidad en la que estás no tiene un sacerdote que los vaya asesorando, o guiando... es muy fácil que el enemigo se infiltre y les eche a perder todo. No basta con darle un reporte de actividades. El sacerdote tiene que ser PARTE INTEGRAL del grupo.

Por ejemplo - en los conventos, se da muy frecuente el caso, de que las monjas, no sólo tengan un confesor, sino también un DIRECTOR ESPIRITUAL. Es decir: Alguien que las dirija y apoye. Ni siquiera la madre superiora puede desempeñar un papel tan importante. Debe ser el sacerdote, que es ungido por Dios.

Recordemos lo que dice Jesús de sus discípulos a quienes envía: "Quien a vosotros escucha, a mí me escucha. Y quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza."

Por eso es importante no despreciar los consejos del sacerdote.


c) Consultarte a tí mismo

¡Piénsalo bien! Escucha tu corazón, tus deseos... en el profeta Ezequiel leemos - capítulo 36, v. 26 y sig:

Les daré un corazón nuevo, y pondré dentro de ustedes un espíritu nuevo. Quitaré de su carne ese corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Pondré dentro de ustedes mi Espíritu...

Es decir: No sólo serán los deseos de Dios, sino también nuestros deseos, la vocación a la que estemos llamados. Ya que Dios y nosotros tendremos UN MISMO ESPIRITU.

Si te causa repugnancia el ayudar a los pobres, y quizás no los puedes ver ni en pintura, pero "adoras" a los niños y te desvives por ellos, definitivamente tienes vocación por los niños. Si te encanta enseñar al que no sabe, muy probablemente tienes vocación de maestro. Si te fascina hablar de Dios a la gente, mostrarles el amor de Jesús, y hablar, y escribir, y platicar con la gente de Dios, es muy probable que tu vocación sea evangelista o predicador... cosas así.

Dios no te pondrá una inclinación contraria a tu vocación.

Déjenme repetirlo: Dios no te pondrá una inclinación contraria a tu vocación.
Una cosa es el pecado que a veces nos da asco, flojera, repugnancia etc. a ciertas tareas, pero que por obediencia o por amor puedes hacer por Dios... y otra cosa distinta es que no estés hecho para un trabajo. Si escoges algo para lo que no estás hecho, el resultado es fácil de prever: Una vocación frustrada.

Dice el Padre Baeteman:

"Por eso tienes que estudiarte a tí mismo. Tu corazón, tus gustos, tus inclinaciones... examina lo que te atrae y lo que te disgusta; fíjate si tus condiciones de alma y cuerpo están de acuerdo con la vocación que te atrae.

Tus aptitudes físicas y morales tienen que ser muy bien consideradas. La ineptitud para seguir una vocación excluye, venga de donde venga, toda probabilidad de llamamiento divino".

A veces es necesario consultar a tus padres o a otras personas que te puedan ayudar con un consejo. Pero NUNCA juzguen según los principios mundanos. Lean la Biblia, ilumínense con las luces de la fe que estén estudiando. Una vez rodeados con toda la certeza, es, finalmente, cuando pueden tomar una decisión acertada.

¿Quién me llama?

¿Dios?
¿Mis amigos del grupo XYZ que se portan tan bien conmigo?
¿Mi vanidad?
¿Mi deseo de "mostrar que sí puedo"?
¿Mi rebeldía o venganza contra mis padres?
¿El MIEDO de caer en el pecado e irme al infierno?
¿El MIEDO de perder el apoyo de mis amigos o de una "comunidad" en particular?
¿Es la deslumbrada que algún personaje me inspiró?
¿Puedo estar completamente seguro de que es Dios, y no mis amigos o mis propias ilusiones o temores, quien me está llamando?

¿Qué quisiera haber hecho, si en estos momentos estuviera al borde de la muerte?

Este pensamiento es muy esclarecedor para nuestras dudas. Cuando no está en juego nuestra posición social, ni el qué-dirán, ni las amistades perdidas, sino cuando estás tú a punto de encontrarte con tu Dios y Salvador, es cuando puedes distinguir entre la voluntad de Dios y TU voluntad.

Recordemos que a muchos Dios no nos llama a misionar en otras partes del mundo. Por ejemplo, el caso de una jovencita de 15 años a la que Dios llamó a ser mamá. Y a educar a su hijo, a enseñarle la Biblia, a limpiar sus pañales, a llevarlo de paseo, a educarlo para que fuera un hombre hecho y derecho y guiara a millones de personas.

Sí, adivinaste. La Virgen María. No podría haberle tocado una labor más digna y al mismo tiempo más humilde.

Recuerda, que lo que se necesita, más que entrar a una orden religiosa, es el deseo firme e IRREVOCABLE de seguir la voluntad de Dios, SEA CUAL SEA (aún si ésta implica el matrimonio).

Recuerdo el ejemplo del P. Emiliano Tardif (en paz descanse): Le comentó alguien sobre un joven seminarista. "... no puedo creer que después de tantos años de seminario pudiera haber caído en la trampa del matrimonio!. El Padre Tardif, contestó sencillamente:
"No sabía que Nuestro Señor Jesucristo hubiera instituído 6 sacramentos y una trampa".

¿Por qué hay personas que se preocupan tanto, hasta el punto de requerir medicamentos, sobre su vocación? Preguntándose, día a día, si tomaron la decisión correcta. Cuántas monjas han caído en el pecado o han literalmente ESCAPADO del convento simplemente por dejarse presionar por sus amigos o por sus padres para entrar... ¿no ven que si Dios NO QUIERE que entren, no serán felices allí? No puede haber alguien que esté llamado por Dios a deprimirse.

A Dios NO LE GUSTAN los cristianos deprimidos. Si tu "vocación" (y lo pongo entre comillas) no te hace feliz, ENTONCES NO ES TU VOCACION.

Texto tomado de Catholic.net

martes, 20 de noviembre de 2007

Juan Carlos Guerrero/ Esperanza en el Futuro de la Iglesia

Existe un motivo de esperanza en el futuro de la Iglesia

Muchas veces me he preguntado si es un sueño pensar en construir una Iglesia que tenga sus raíces en el servicio, en lo sencillo. Una Iglesia que sea más comunidad que institución, más llena de sensibilidad humana, lugar de compasión más que de servicios religiosos.

Demasiados interrogantes sin respuesta
¿Será demasiada ilusión pensar en una Iglesia capaz de acoger a todos?
¿Es posible una Iglesia con la que se identifiquen los jóvenes?
¿Es incompatible la Iglesia con la libertad de expresión?
¿La participación corresponsable de la mujer es viable en la Iglesia?
Éstas y más preguntas continúan sin respuesta en la práctica cotidiana de la Iglesia.
¿Es posible encontrar un motivo de esperanza en el futuro de la Iglesia?
Estos interrogantes no sólo provienen del ambiente cultural externo a la Iglesia. Desde hace tiempo son preguntas que se hacen los mismos bautizados. Una buena parte de ellos no tienen sentido de pertenencia con la Iglesia, la miran como un ente ajeno a su vida.

Alimentar una visión llena de esperanza
Vivimos tiempos en que los análisis de la situación sobre la Iglesia anticipan situaciones cada vez más extremas en su vida interna y en su encuentro con las culturas contemporáneas del mundo. Delante de esta situación, nada alentadora, hay que tener el ánimo de enfrentarla con los argumentos más positivos que encontremos.
Es por eso que me gusta repetir con Pío XII:
Los fieles, y más precisamente los laicos, se encuentran en la línea más avanzada de la vida de la Iglesia; por ellos la Iglesia es el principio vital de la sociedad humana. Por tanto ellos, ellos especialmente, deben tener conciencia, cada vez más clara, no sólo de pertenecer a la Iglesia, sino de ser la Iglesia. (Discurso a los nuevos Cardenales 20-02-1946).

Una Iglesia posible
La afirmación de Pío XII tiene más de 60 años, sin embargo, cuanto más tiempo pasa parece menos creíble que la Iglesia sea la comunidad de los bautizados, de todos los bautizados, sobre todo de los laicos, de los bautizados “de a pie”.
Cuando sacamos las consecuencias de este discurso, y se convierte en convicción, se ve que uno de los pocos motivos de esperanza para el futuro de la Iglesia es el potencial que representa cada fiel laico. Cuando madura su conciencia de ser discípulo y apóstol, y vive su fe en el mismo sitio donde se desenvuelve cotidianamente, entonces la Iglesia cobra vida. Lo propio del laico es encarnar los valores evangélicos en el ambiente social donde vive.
Esta Iglesia en potencia podría ser respuesta a las preguntas planteadas. Pero, ¿es posible construirla?

Cuestión de fe en el Espíritu
No debería representar una sorpresa decir que el Espíritu de Jesús presente y actuante en el mundo y en los cristianos es la única fuerza capaz de transformar a la Iglesia, de convertirla profundamente.
Hoy más que nunca la Iglesia debe evangelizarse para poder evangelizar. Convertirse en una comunidad fraterna, capaz de dar razón de su fe con su testimonio de vida.
Es la presencia activa de los bautizados, de los fieles laicos, lo único que puede cambiarle el rostro a nuestra Iglesia. El fundamento de esta aseveración es la presencia del Espíritu que habita y actúa en cada bautizado.
Hace poco más de ocho años, el Papa Juan Pablo II escribía que el fruto más valioso deseado por el Sínodo sobre el tema de los Fieles Laicos, era la acogida de ellos a tomar parte activa, consciente y responsable en la misión de la Iglesia en esta magnífica y dramática hora de la historia, ante la llegada inminente del tercer milenio. Nuevas situaciones, tanto eclesiales como sociales, económicas, políticas y culturales, reclaman hoy, con fuerza muy particular, la acción de los fieles laicos (cf. Christifideles Laici n. 3).
Entonces los Padres Sinodales señalaron la necesidad de promover una descripción positiva de la vocación y misión de los fieles laicos, afirmando su plena pertenencia a la Iglesia y a su misterio, y el carácter peculiar de su vocación, que tiene en modo especial la finalidad de buscar el Reino de Dios tratando las realidades temporales y ordenándolas según Dios.

La raíz es la vocación bautismal
Realmente, la radical novedad cristiana se deriva del bautismo. Somos hijos de Dios, unidos a Jesucristo y a su Cuerpo que es la Iglesia; ungidos por el Espíritu Santo, habitados por él.
Cuando abrimos el espacio al desarrollo de la conciencia y dignidad de todos los bautizados, como un viento fresco, se siente la acción del Espíritu que va transformando desde dentro el ambiente eclesial.
Promover que los bautizados crezcan en su conciencia y dignidad de ser hijos de Dios y discípulos de Jesucristo es cuestión de fe en la presencia y acción del Espíritu en cada bautizado. No es un criterio cultural contemporáneo que asumimos. Es creer en la revelación del Señor Jesús.
Cuando se da el crecimiento de los bautizados laicos el ambiente eclesial comienza a reflejar la transformación que suscita el Espíritu. La comunidad eclesial se va identificando paulatinamente por un ambiente de comunión y participación, se desarrolla pluralidad y diversidad pero siempre con el objetivo de fortalecer la unidad.

La Iglesia y el Reino
La Iglesia a partir de los más sencillos, de los fieles laicos, pide con naturalidad a los ministros ordenados y a quienes viven la vida consagrada definir su opción por Cristo a partir de la vocación y espiritualidad bautismales. Porque si algún privilegio tienen es estar llamados a un mayor servicio.
El servicio es el criterio, no el poder. El encuentro fraterno y compasivo, por encima de la norma y la ley. Es la conciencia de pertenencia a una comunidad de fe. En contraste con la Iglesia donde el ministro ordenado es el centro de la vida de la comunidad cristiana, se va desarrollando una Iglesia ministerial, Cuerpo de Cristo, donde todos tienen un servicio y lo viven vinculados y complementándose con los demás.
Esta Iglesia a partir del bautismo, de los bautizados, para que sea signo del Reino, se construye tomando en cuenta a los sencillos, a los que no tienen sabiduría, a los pobres. Pues Dios ha elegido lo que el mundo considera débil para la construcción de su Reino (cf.1Cor 1,26-27).

Evangelio para la cultura secular
La evangelización hoy es misión especialmente para los laicos porque es en el ambiente secular donde hay que anunciar la Buena Noticia. Así que para cumplir su misión, su razón de ser, la Iglesia necesita convertir todo lo que sigue impidiendo que los bautizados sean miembros vivos del Cuerpo de Cristo. Esa transformación es vital y los signos de los tiempos la están pidiendo claramente. La renovación llegará conforme aumente la vitalidad de los laicos y su protagonismo en la misión evangelizadora.

Juan Carlos Guerrero
-Presbítero de México-

Vocacion Laical

El Sábado 17 de noviembre estuve en una actividad vocacional de los Salesianos y hablaron de las cuatro grandes vocaciones:

Laical
Sacerdotal
Religiosa
Matrimonial

ahora les dejo un tema formativo sobre la vocacion Laical

TEMA FORMATIVO: LA VOCACIÓN LAICAL


Preguntas para abrir boca

¿La vida laical, es vocación? ¿Es entrega total? ¿Estamos llamados a entregarnos por el Reino? ¿Necesitamos formamos en nuestra vocación específica? ¿Exageramos la diferencia entre “pastores” y “fieles” en la Iglesia de tal modo que favorezcamos la identificación de la Iglesia con la jerarquía? ¿Permanece la mentalidad de que los seglares y, por ende, nuestros jóvenes, somos considerados como elementos pasivos? ¿Somos laicos clientes, receptores o sustitutos? ¿Cuidamos y sostenemos la vocación laical?

Todos llamados.

Llevamos tiempo convencidos que toda persona es llamada. Que todo ser humano tiene su propia vocación desde el momento de su nacimiento. Esta llamada es de por vida. Todos tenemos vocación a la vida, a la fe y a la misión particular en este mundo. Por el bautismo todos somos consagrados a Dios y por Dios. Un ejemplo:

“Buscar empleo en las Américas”

En tiempos pasados hubo muchas personas que pasaron el charco para hacer dinero en las Américas, como entonces decían. Algunos volvían con bonitas fortunas a acabar sus días en la tierra que los vio nacer. Se hacían bienhechores de las mismas y vivían allí apaciblemente hasta el final de su vida. Habían hecho dinero —según se creía—, por-que trabajaban más que los nativos. Nada se decía de quienes amasaban dinero a costa de la gente pobre del país de inmigración.
Carmen y Enrique dudaron mucho tiempo antes de marchar rumbo al Tercer Mundo para hacer de misioneros, maestros, enfermeros, agentes sociales y cuanto pudiera terciarse en el país y lugar que acabaron eligiendo. Se iban con su hija de corta edad.
— Mi hermano se quedó blanco como una pared cuando se lo dije.
— Mi padre se echó a llorar.
— Pero enseguida reaccionaron bien: nos están apoyando.
La noticia corrió entre los muchos amigos que conocían a la una y al otro. Algunos los felicitaban.
— Llevo varios días con el poema «Dios no llama a los buenos» —dijo una vez Enrique.
Callamos.
— A veces —continuó al cabo de un rato—, cuando oyes una felicitación, te viene el pensamiento de que estás haciendo algo importante. Necesito recordar que no tengo mérito, que esto es una gracia, y que, «las prostitutas nos precederán en el Reino de Dios».
— Otras veces —terció Carmen—, vienes cabreada a casa, porque no te entienden, y entonces yo también necesito orar con el mismo poema.
Pasó otro rato de silencio.
— Me ocurrió ayer —continuó ella con las mejillas coloradas—. En la panadería, la vendedora se lo dijo a una señora que llegó en aquel momento a comprar. Esta se empeñaba en repetir que nos comprendía, porque aquí no hay trabajo. «Pero mi marido tiene trabajo», le insistía yo una y otra vez.
— No oye el que no quiere —terció Iñaki.
— Bueno, pues entonces —siguió Carmen—, cuando por fin se enteró de que tenemos trabajo y estamos bien, se dedicó a repetir: «Bueno hay gente aventurera; les gusta dejar lo que tienen, marcharse, probar...».
Se calló Carmen un momento, pero se la veía dolida. Después siguió.
— Y cuando la panadera le dijo, marcando las sílabas, que nos vamos como voluntarios sociales y misioneros, no se le ocurrió a la buena señora otra cosa más que este comentario: «Ya les pagarán bien los curas».
Se secó las lágrimas. Después nos explicó por qué ella también oraba con el texto «Dios no llama a los buenos».
Me ha dolido —dijo más serena—. En este dolor hay algo de legítimo, porque ya está bien de tratarle a una como negociante, aventurera o clericaloide. Pero puede haber también algo de amor propio herido, una necesidad de reconocimiento social.

Nos ayudó mucho —dijo Enrique mirando al responsable—, el hablar contigo. Desde entonces estamos con ese poema. También nos gustó que nos recordaras aquello de «ser de casa». Somos de casa; el Reino de Dios es nuestra casa, nuestra familia y nuestra tarea.

Aquellas experiencias los estaban purificando. Dios se servía de los comentarios desagradables para convertirlos más. Eran dos laicos, dos seglares, que habían querido entrar —por gracia de Dios— en la senda de la generosidad. Porque la vida seglar es vocación de generosidad. Dejaban el trabajo —con una excedencia sin garantía—iban para varios años: un paréntesis en el que querían, sobre todo, aprender el verdadero evangelio. Porque, aunque pensaban entregarse al máximo, esperaban recibir más de que dieran: recibir y aprender amor, compromiso, solidaridad y austeridad.

Si nos quedamos aquí, poco a poco nos montamos en la vida burguesa —repetía Enrique—. A ver si a la vuelta somos esos seglares comprometidos que hacen tanta falta.
Comprometidos... y convertidos —añadió Carmen.

Sí... Ya sabemos —continuó Enrique— que para ser un buen seglar Cristiano no hace falta salir del propio mundo. El compromiso, la conversión están aquí, en la encarnación dentro de nuestra sociedad civil. Pero a veces lo ponen todo demasiado cómodo: olvidan que la vida cristiana exige siempre rupturas.
- Incluso para encarnarse de verdad en el mundo puntualizó Carmen.

Definición del laico y su misión

El concilio Vaticano II trató de responder, entre otras, a la pregunta por el laico. LG 31 da la siguiente afirmación: “Con el nombre de laicos se entiende aquí todos los cristianos, a excepción de los miembros del orden sagrado y del estado religioso sancionado por la Iglesia. Es decir, los fieles que, en cuanto incorporados a Cristo por el bautismo, integrados al Pueblo de Dios y hechos partícipes, a su modo, de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, ejercen en la Iglesia y en el mundo la misión de todo el pueblo cristiano en la parte que a ellos les corresponde”.

Analizando esta afirmación, vemos que consta de dos partes: una definición y una descripción. La definición parece encerrar sólo aspectos negativos, pero esto no debe engañar. La primera conclusión que hay que sacar es que el laico es un “cristiano”, es decir, un miembro del pueblo de Dios. A pesar de la doble restricción (no es clérigo, no es religioso), le afectan todas las afirmaciones contenidas en el capítulo 2 de la LG, sobre el pueblo de Dios.

En cuanto a la descripción constaría de dos elementos: uno genérico, común a todos los cristianos, referido a la incorporación a Cristo por el bautismo y a la participación del triple oficio sacerdotal, profético y real de Jesucristo; y otro específico de los laicos, referido al ejercicio de la misión “en la parte que a ellos corresponde”. Veamos en qué consiste esta misión.

Vaticano II supuso un fuerte cambio a la hora de concebir la misión del laicado en la Iglesia y en el mundo. Principalmente por tres factores: En primer lugar, la Iglesia cambia el modo de situarse ante el mundo. Ya no están enfrentados. La Iglesia reconoce que vive en el mundo, es solidaria con él y considera que tiene la misión de servir al mundo. En segundo lugar, la Iglesia reconoce la relativa autonomía de las realidades temporales. Antes, lo profano, o estaba al servicio de lo sagrado o era malo. Ahora, lo profano, en cuanto creado por Dios, es bueno en sí. La cultura, las artes, cada ciencia, cada profesión... tiene valor en sí misma. Por último, el mundo se reconoce como realidad plural. Esto supone que habrá ocasiones en que, al enfrentarse a un mismo caso, distintos cristianos tengan opiniones diferentes, pero toda puedan ser válidas y ninguna podrá reivindicar para sí la autoridad de la Iglesia.

Pues bien, la misión de los laicos, como la de la Iglesia misma, es la evangelización. La evangelización de los hombres es una tarea esencial de la Iglesia, cada vez más urgente debido a los cambios profundos que se dan en la sociedad. Para impulsar la evangelización hace crecer el compromiso transformador del laicado en la sociedad, su participación y corresponsabilidad en la Iglesia.

En la carta Christifideles laici, Juan Pablo II señala como campos prioritarios del compromiso laical los siguientes:

a) La familia. El bienestar de la sociedad depende y procede de la salud de la familia. Las familias han de ser las primeras en procurar que las leyes y las instituciones del Estado sostengan y defiendan positivamente los derechos de la familia. La familia es considerada “célula fundamental de la sociedad, cuna de la vida y del amor en la que el hombre nace y crece”. Además, la familia se comprende como comunidad de trabajo y solidaridad, que ayuda a superar una mentalidad individualista hoy tan difundida.

b) La participación en política. Es tarea propia del laicado un compromiso directo en la esfera de lo político, motivado por una sincera solicitud por el bien común de la sociedad en la que viven. Esta opción política deberá estar en armonía con el sistema evangélico de valores, lo que requiere un discernimiento cuidadoso. Algunos criterios que han de tenerse en cuenta son: la consecución del bien común, la defensa y promoción de la justicia, el espíritu de servicio, el respeto por la autonomía de las realidades temporales y el desarrollo de la cultura de la solidaridad.

c) Situar al hombre en el centro de la vida económico-social. Nuestros sistemas económicos olvidan la dignidad de la persona y convierten el lucro en su objetivo prioritario y su único criterio. Esto afecta al bien del hombre y al desarrollo de las familias y de las personas; contribuye a aumentar la marginación y educa en una cultura individualista e insolidaria.

d) Evangelizar la cultura. Pablo VI afirmaba que vivimos una dramática ruptura entre evangelio y cultura. Juan Pablo II insiste en ello. La cultura se desarrolla y avanza independientemente de que la fe y los valores influyan en ella. Si queremos que la cultura científica, tecnológica... crezca con criterios evangélicos y valores humanos, hemos de dedicarle una espacialísima atención.

Resumiendo: Los laicos cristianos son miembros del pueblo de Dios con unas señas de identidad claras, fundamentadas en la vida nueva del bautismo: seguidoras y seguidores de Jesús, convocados por él y vivir la realidad cotidiana en diálogo con el Padre, colaborando en la construcción del reinado de Dios, tomando parte activa en la misión de todo el pueblo cristiano. Tienen su propia responsabilidad en la comunidad y comunión eclesial, no como simples colaboradores o destinatarios, aportando la experiencia de una fe vivida en medio del mundo.

¿Una vocación “fácil”?

Queda claro que la vocación laical no es fácil. Tomada en serio, necesitad de mucha gracia de Dios, mucho apoyo en otros. Además de la familia, trabajar por una sociedad mejor, darse a los pequeños, oponerse a la injusticia no es moco de pavo. Tampoco lo es el hecho de que el ritmo que impone la sociedad nos quita tiempo, ganas, esfuerzos y compromisos, nos asimila y a través de la vida tranquila y la comodidad. Necesitamos medios que ayuden a esta vocación importante y difícil. Nos obliga a todos los que formamos la Iglesia.

Hasta ahora, la vocación seglar no comporta ningún tipo de exigencia formal. Es como ser “del montón”. A lo mejor por eso hay tanta falta de formación y tanta dependencia de lo clerical. Por eso sería un error pensar que la cuestión de la vocación laical se resuelve sólo (sabemos que no es poca) con la reflexión sobre los ministerios laicales.

La vocación seglar ha de ser discernida y elegida y no caer en una cierta inercia. Plantearse seriamente la vocación seglar significa plantearse seriamente las demás vocaciones. Implica todos los ámbitos de la vida: comunidad, pareja, estilo de vida, compromisos sociales, eclesiales, familares, políticos, inserción eclesial, formación etc…


Para el diálogo: SER LLAMADO (con-vocado).

1. Comentar y compartir lo leído.

2. Persona, fe, vocación se alían. Forman un todo compacto.

YO SOY - YO CREO - YO SOY LLAMADO.

¿A qué SOY LLAMADO?

Persona SIN fe, es un espantapájaros, un fantasma, no es un hombre o mujer completo.

Decir CREO, sin ESTAR a la ESCUCHA de la voluntad de tu Dios es una incoherencia frustrante.

SER LLAMADO y ¡RESPONDER! es un RETO que todo hombre y mujer tiene en su vida, en su historia personal y colectiva, si quiere llegar a ser en plenitud él o ella mismo/a.

DESDE la fe cristiana somos llamados y convocados a DARNOS en

- un seguimiento fiel (adhesión personal y de amor) a Jesús.

- una entrega incondicional y solidaria con nuestros hermanos los hombres, principalmente los pobres, los desheredados...

Desde esta CONVOCATORIA, que ancla sus raíces en tu BAUTISMO:

* ¿Qué he de hacer para que mi vida tenga pleno valor y pleno sentido?

* ¿Te planteas tu vocación cristiana "al mínimo" (= cumplir los mandamientos)? ¿O en tu proyecto de vida como joven cristiano, aspiras a "ALGO MAS" (= vivir conforme al DON: las Bienaventuranzas, el estilo peculiar de Jesús: pobre, disponible, en comunidad, etc. ?

* ¿No requiere tu vida UNA RESPUESTA?

fuente:confer.es

jueves, 15 de noviembre de 2007

Hna. Magdalena de la Eucaristía, TESTIMONIO

Hna. Magdalena de la Eucaristía, TESTIMONIO

El Amor y la Gracia del Espíritu Santo reinen siempre en nuestras almas:

“Por la entrañable Misericordia de nuestro Dios nos ha visitado el sol que nace de lo Alto” así se siente esta pequeña Comunidad tras la marcha a la Casa del Padre de nuestra querida Hermana Magdalena de la Eucaristía: nos ha visitado el Señor y nos ha robado lo que es suyo, lo que desde toda la Eternidad siempre fue suyo… Y como toda visita del Señor, nos ha dejado llenas de paz y esperanza en que nuestra Hermana ya ha vencido a la muerte y se encuentra gozando ya sin límites del amor del Amado.

No es fácil referir algo de su vida, pues su paso por el Carmelo ha sido fugaz, muy breve aunque intenso: en dieciocho meses de vida religiosa ha sido consumada en el amor, inmolada por la Gloria del Corazón de Jesucristo y por la salvación de todas las almas. Nació nuestra Hna. Magdalena en México D.F., y a los 26 años se puso en contacto con nosotras diciendo que el Señor la llamaba a ser Carmelita Descalza. Después de unos meses de relación con la Comunidad en la distancia, dio el paso, cruzó el Atlántico e ingresó en el Carmelo el 30 de marzo del 2005 con toda la alegría e ilusión.

Los primeros meses fueron preciosos y a ella se la veía radiante, feliz, entusiasmada… Repetía muchas veces que la pena era no haber venido antes al Carmelo. Era muy alegre y exteriorizaba continuamente esa alegría en los recreos y siempre que había ocasión para ello. Al mismo tiempo tenía una gran dulzura en su trato: era angelical, suave, sencilla, fervorosa, humilde, dócil, callada… una postulante modelo.

Su celo por las almas, especialmente por las almas de los jóvenes, era muy intenso y deseaba ardientemente entregar su vida por ellos, para que conocieran a Jesucristo y su Evangelio. Continuamente nos repetía que quería ser mártir, ofrecerse por ellos… tenía sed de inmolación, de desagraviar y de consolar el Corazón de Cristo. Otro rasgo destacado de su vida espiritual era su amor a los sacerdotes y a las Misiones. Decía que deseaba ser -como Santa Teresita- misionera desde el Carmelo. En sus últimos días, cuando su inapetencia era total y veía que nos preocupábamos porque no comía nada, se sonrió y me dijo: “Ntra. Madre: me lo tomo ahora mismo por un misionero”

A finales del mes de abril del 2005 toda la Comunidad cogió un fuerte catarro que nos afectó a todas mucho con bastante fiebre y tos muy intensa y que fue largo de curar. A algunas hermanas –entre las que se hallaba la Hna.Magdalena- les duró la tos mucho tiempo, casi hasta junio, por eso no nos alarmamos al verla toser. Durante todo este tiempo, en que trabajamos muchísimo preparando la mudanza desde Rioseco, ella nunca se quejó de nada ni manifestó sentir cansancio ni malestar, sino que sirvió y trabajó como la primera, siempre sonriente y contenta. Comenzamos a preocuparnos al ver que todas nos recuperamos del catarro y ella seguía tosiendo. Una mañana nos dijo que había expectorado sangre y nos alarmamos muchísimo.

Después de varias visitas al médico, analíticas y pruebas, el diagnóstico fue terrible: un tumor pulmonar que requería una intervención quirúrgica urgente y muy arriesgada. Fue un golpe duro de encajar para todas, pero -con la Gracia de Dios- la Voluntad del Señor y sus misteriosos designios continuaron siendo “la alegría y el gozo de nuestro corazón”. Nuestra Hna. Magdalena, que era un ángel, aceptó con total paz y dulzura su enfermedad, abandonada y confiada en su Dios y Señor, y ha sido un ejemplo y un estímulo para todas nosotras. La intervención quirúrgica se llevó a cabo el 12 de septiembre del 2005 y fue un éxito. Le extirparon íntegro el pulmón izquierdo. El post-operatorio, a pesar del alto porcentaje de posibles complicaciones, transcurrió con total normalidad, pero los resultados de la biopsia no pudieron ser más nefastos: un cáncer muy agresivo y muy avanzado y con pocas posibilidades de curación... Nos dijeron que no llegaría a Navidad y que era conveniente que tomara el Hábito cuanto antes para que muriera Carmelita Descalza y poder darle la Profesión Solemne “in articulo mortis” cuando llegara la ocasión.

Con enorme pena y pidiendo a Dios un milagro, tomó el Hábito el 1 de octubre del pasado año, día de la fiesta de Santa Teresita, a quien tanto quería. Estaba radiante, muy feliz: era de verdad la novia del Cordero inmolado… A partir de ahí comenzó el tratamiento oncológico que fue largo y penoso. Ella lo afrontó con paz, entereza y valentía y cobramos esperanzas, pues en un principio la reacción fue positiva y parecía que mejoraba.

Exteriormente siguió su vida lo más normal posible dentro de los cuidados que requería su enfermedad. En todos estos meses permaneció silenciosa y oculta. Trabajando y sirviendo a la Comunidad siempre en todo lo que podía, especialmente en el trabajo de las formas y ayudando en la ropería. Si algo la mortificaba y la apenaba era no poder ser como todas en algunas cosas, no poder tirarse a ciertos trabajos más costosos, aunque paulatinamente aceptó también estas limitaciones y repetía suavemente: “hago lo que puedo…”

Al finalizar el verano comenzamos a encontrarla peor: más cansada, más pálida y más fatigada. Acudimos al médico, que le pidió una serie de pruebas, pero no nos dio tiempo a hacerlas. El sábado 23 de septiembre por la mañana amaneció con mucha fatiga y el brazo izquierdo inflamado, con un color violáceo y muy frío. Acudimos a urgencias y después de todo el día de pruebas y exploraciones la dejaron ingresada. Nos dijeron que tenía una trombosis de origen tumoral en el brazo y derrame pleural e intrapericárdico. Que estaba grave y que no había nada que hacer salvo aliviarla en lo posible.

En vista de la gravedad, la M. Supriora –que es además la M. Maestra- y yo, que estábamos junto a ella en el hospital le propusimos hacer su Profesión Solemne “in articulo mortis”, a lo que ella accedió feliz y muy emocionada. Y a eso de las 8 de la tarde, en medio de aquel trasiego de hospital, en un rinconcito de urgencias, fue diciendo nuestra fórmula de profesión ayudada por nosotras, pues la emoción nos impedía casi pronunciar palabra. Fueron momentos de Cielo, especialmente cuando pronunció las palabras “hasta la muerte”, sentíamos que la emoción nos vencía y desbordaba en lágrimas al contemplar la oblación total de aquella hija tan entrañablemente amada. Al finalizar le dije: “Hna. Magdalena, ahora ya es esposa de Jesucristo”. Ella no dijo nada, solamente sonrió mientras gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas.

A partir de ese momento ella se abandonó más si cabe y su silencio y unión con Dios se percibían desde el exterior. No preguntaba, no se quejaba, sólo sonreía y esperaba. A las personas que se han interesado por ella en estos días les repetía: “no pidan que me ponga buena, pidan que me vaya pronto” y hablaba con toda naturalidad de que se iba. Era plenamente consciente de que la vida temporal se le acababa y esperaba serena la llegada del Esposo. Así transcurrió toda la semana, mientras los médicos valoraban qué se podía hacer para aliviarla de su fatiga, y nosotras contemplábamos impotentes cómo iba empeorando paulatinamente. El miércoles 27 nuestro querido párroco, el P. Luis Casado, le administró la Unción de Enfermos y recibió su última confesión. Quedó edificadísimo y muy conmovido.

El viernes 29 por la mañana amaneció peor y la M. Supriora me llamó para que acudiera lo antes posible al hospital pues estaba notablemente peor. Al llegar la encontré muy mal, entrando ya en la agonía, pero ella me recibió lúcida y hablaba todavía, incluso bromeó con la Hermana que me había acompañado, a la que no había visto desde que ingresó en el hospital. Hablamos con los médicos y estuvimos haciendo las diligencias oportunas para traerla a su Carmelo, tener el oxígeno en casa… etc.

Rezamos junto a ella el Credo y la Salve y las jaculatorias a los Corazones de Jesús y de María, a las que respondió con voz clara y fuerte. Permaneció lúcida hasta el último instante. Llegamos al convento a las dos menos cuarto de la tarde y acabábamos de entrar en la clausura; nos detuvimos un instante al pie de la escalera -junto a un cuadro de la Virgen de Guadalupe que una de las novicias se trajo de México- para ver cómo sería más oportuno subirla con la camilla, cuando volvió la cabeza hacia la Virgen y expiró. Para su Morenita del Tepeyac, de quien era tan amante, fue su última mirada. Dios me concedió la gracia de estar junto a ella en ese instante supremo, deseo que ella había expresado repetidas veces: “para que me entregue y ofrezca al Padre como la Virgen ofreció a Jesús” me decía. Recordé inmediatamente lo que me dijo unos días antes estando en el hospital: que estaba convencida de que -cuando se fuera al Cielo- la Virgen saldría a buscarla y la tomaría en sus brazos del mismo modo que lleva al Niño…

Era viernes y era alrededor de la hora Nona… contemplando aquel cadáver recordamos la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, que una vez más renovaba el misterio pascual en una de nuestras Hermanas. Quedó con una indefinible expresión de paz y una misteriosa y enigmática sonrisa que nos hacía pensar en la Virgen que ya la tenía en sus brazos y en el encuentro gozoso con el Amado. Ya había llegado a la meta: a sus 28 años había sido consumada en el AMOR.

El sábado celebramos su Funeral y digo celebramos porque nuestro querido párroco, que lo presidió, quiso darle ese aire festivo y esperanzado; fue la Misa de su Profesión Solemne y quiso celebrarla con ornamentos blancos y cantando la Misa de Angelis con el Gloria incluído. Cantamos también O Gloriosa Virginum que es el himno que nuestro Ritual indica para la iniciar la Misa de la Profesión religiosa. Todo resultó muy emotivo y colmó nuestros corazones de esperanza.

No albergamos dudas de que nuestra Hna. Magdalena está ya gozando sin límites del amor del Amado, pero no obstante, les rogamos que la encomienden en sus oraciones, así como a esta pobre Comunidad, de manera especial a la menor y más pobre de todas


Fdo: Olga María del Redentor, i.c.d.
Priora

Valladolid, 3 de octubre del 2006

lunes, 12 de noviembre de 2007

"Desde pequeño Dios me llevó hacia Él".

"Desde pequeño Dios me llevó hacia Él".
P.Eamonnon Shelly L.C (Legionario de Cristo)

Me llamo Eamonn Shelly y soy de nacionalidad irlandesa. Considero mi vida un verdadero regalo de Dios porque se complicaron las cosas cuando nací y por poco pierdo la vida. Fui bautizado dos días después de mi nacimiento en el mismo hospital, gracias al capellán que estaba muy atento a las necesidades de las almas.

Mi papá, "Paddy", fue lechero, hombre noble y justo, amante de la oración y de la vida familiar. Mi mamá cumplía muy bien su misión de ama de casa dedicada completamente a la educación de sus hijos. Es una gran mujer. Somos 6 hijos, 2 mujeres y 4 hombres. Soy el cuarto de los seis. Recuerdo mi niñez con mucho cariño, creciendo en un ambiente muy católico de la Irlanda rural.

La primera vez que pensé en mi vocación sacerdotal debía tener seis años. Caminando un día con un amigo, platicábamos sobre lo que queríamos ser cuando fuéramos mayores. Recuerdo que le dije: yo quiero ser sacerdote. Desde tan joven percibí la llamada de Dios.

La primera persona que tuvo un impacto muy grande en mi vida fue la profesora de primaria. Una mujer estupenda, que tenía un gran amor a lo que hacía, y quería a Dios y a los demás con todo su corazón. Aunque muy amable, sabía ser firme y justa. Algo simpático pasó cuando ella se retiró de su profesión: me regaló la regla que usaba para imponernos algún que otro castigo. Era de madera y en cierta ocasión la rompió sobre mi mano, por mal comportamiento en clase. Después de terminar mi primaria, me he encontrado varias veces con ella; siempre recordamos con alegría esos hermosos años de mi primaria.

Debo confesar que por aquel tiempo no me gustaba mucho la escuela. Por ello, pedí permiso a mis papás para dejar de estudiar y comenzar a trabajar. Así fue. Conseguí un trabajo en una carpintería cerca de mi casa. Allí aprendí a ganar el sostén para mi vida. Después de dos años de trabajo decidí volver a la escuela para terminar mis estudios. Gracias a Dios, me fue muy bien.

La persona que más me ayudó a encontrar mi llamado fue el P. Pat Fogarty, un sacerdote diocesano que actualmente trabaja en las misiones de Perú. Entró en el seminario siendo muy joven. Cuando llegó el día de su cantamisa, en nuestra parroquia, yo asistí con ilusión; tenía 15 años. La Iglesia estaba llena, y tuve que quedarme en la parte de atrás. Percibí una sensación muy especial durante su homilía. Viendo la alegría y felicidad del P. Pat dando su vida a Cristo en el sacerdocio, nació en mí el deseo de vivir algo similar.

No comenté a nadie esta inquietud vocacional. Sin embargo, algunas personas que convivían conmigo sí la percibieron, incluidos mis propios amigos. Una noche nos encontrábamos en un restaurante; yo llevaba una camisa negra y uno de mis amigos dijo: ¡Oye, Eamonn, tú podrías ser un buen sacerdote! Me reí como si no hiciese caso, pero desde este momento la llamada se hizo cada vez más intensa.

La primera persona con quien compartí mi inquietud vocacional fue mi mamá. Tenía una confianza total con ella y sabía que me ayudaría a discernir. Estudiaba mi último año de bachillerato. Me quedaban tres meses para terminar. El orientador vocacional del colegio solía hablar con nosotros de vez en cuando. Era una persona estupenda, hombre íntegro y leal. En una conversación con él le dije que estaba pensando en ser sacerdote. Me respondió con pocas palabras, pero muy importantes: debía rezar mucho para que Dios nuestro Señor me iluminara. Una semana después, un viernes en la tarde, mientras estaba en casa, mi mamá me llamó para decirme que el profesor me llamaba por teléfono. Tomé el teléfono y me dijo: "Mañana hay una convivencia vocacional en el seminario diocesano. ¿Quieres venir? " Le respondí afirmativamente. Lo pasé muy bien junto con otros quince muchachos con inquietudes vocacionales, pero algo me decía que eso no era exactamente lo que Dios tenía pensado para mí.

El curso seguía adelante. Era abril de 1991 y en junio tendría los exámenes finales. Un día, en clase de religión, la monja que nos daba esa asignatura nos presentó a un sacerdote; había venido a hablarnos sobre las misiones. Se trataba del P. Hugh Ryan, L.C. Nos transmitió lo fascinante de la vida de un sacerdote. Nos invitó a conocer el noviciado de los Legionarios de Cristo en Dublín. Recuerdo que cuando el P. Hugh había salido del salón, le dije a un amigo: este sacerdote tiene algo diferente.

Poco después, el padre me envió algunos folletos y fotografías sobre los Legionarios de Cristo. Contacté con él y me invitó a visitar el noviciado de Dublín. Estábamos a inicios de julio. Me encantó lo que vi allí, sobre todo la caridad y entusiasmo de los jóvenes seminaristas. Decidí que esto era lo que yo quería hacer con mi vida. Después de dos meses de candidatado, un tiempo apropiado para pensar delante de Dios en los planes que Él tiene para cada uno, ingresé al noviciado el 15 de septiembre.

El P. Eamonn Shelly nació el 28 de abril de 1971 en Roscrea, en el condado de Tipperary (Irlanda). Ingresó al noviciado de la Legión de Cristo en Irlanda el 15 de septiembre de 1991, después de terminar la preparatoria. Ha estudiado un año humanidades clásicas en Salamanca. Ha cursado filosofía y teología en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma. Durante su período de formación, también ha dedicado dos años al trabajo apostólico en el Instituto Irlandés de Ciudad de México y uno en Francia.

Dios busca a quien ama/ Consagrada Regnum Christi

Eva Gloserová nació el 30 de abril de 1974 en Ivancice, República Checa. Es licenciada en Literatura y Lingüística Checa e Inglesa por la Universidad de T.G. Masaryk, Brno. Cursó también estudios de Humanidades, Filosofía y Teología.

Nací en medio de una sociedad comunista en decadencia, donde practicar la fe significaba con frecuencia perder una vida digna y adquirir un futuro sin esperanzas. Por ello, muchos a mi alrededor abandonaron su fe; otros, por miedo, la ocultaron o dejaron de practicarla. Mi familia no fue una excepción. Fui bautizada en una parroquia lejana y a escondidas. De niña, mi abuela me llevaba a la iglesia cuando salíamos de viaje y me enseñó el Padrenuestro y el Avemaría. Más tarde aprendí en el colegio algunos datos culturales sobre la Biblia y el cristianismo, pero Dios era para mí sólo una leyenda.

Parecía no necesitar a Dios. Mi familia estaba muy unida, feliz; mis padres nos querían mucho a mi hermano y a mí. Dios estaba presente en el amor que nos unía, pero yo no me daba cuenta. Creía en la ciencia, en la sabiduría de la naturaleza y nada más. Pero Dios había planeado que un día nos encontráramos, un año después de la caída del régimen comunista. Sucedió en un campamento de verano. Era viernes, 13 de julio.

En una conversación durante la noche, alguien comenzó a hablar sobre unas profecías acerca del fin del mundo. Aquellas palabras me rompieron los esquemas. ¿Acaso podía existir algo más allá de este mundo visible? ¡Sí, algo tiene que regir este mundo y su curso! ¿Será la suerte, el azar... o Dios? Por primera vez en mi vida me planteé esta pregunta. La primera opción me parecía tan cruel, tan inhumana: ¡No, Dios tiene que existir! Enseguida regresaron a mi mente todas las sugerencias que me hizo mi abuelita a lo largo de los años: tienes que ir a la iglesia, confesarte, comulgar, rezar... ¡Necesitaba a Dios!

A partir de aquel día, cada noche me arrodillaba frente a mi cama y rezaba las oraciones que me habían enseñado. Después de unos meses, recibí de mi abuela un resumen del catecismo. Empecé a hojearlo y mis ojos cayeron sobre la parte que decía: la oración. Descubrí una definición de oración cristiana que me asombró: oración como un encuentro con Dios, nuestro Padre, quien nos ama, escucha y acoge. ¿Por qué no me habían dicho antes que esto era la oración? Hasta entonces conocía sólo el Padrenuestro y el Avemaría. Me arrodillé y por primera vez me encontré personalmente con un Dios lleno de compasión, de amor e interés por mí.

Descubría todas las cosas como si fueran nuevas. En esa semana tuve la oportunidad de asistir a la misa dominical de mi pueblo. Tenía 16 años. En pocos meses me preparé para mi primera confesión y comunión, y me involucré en la vida parroquial. Mis actividades empezaron a cambiar: en lugar de seguir con el grupo de la juventud comunista, que dirigía, ahora animaba un grupo de niñas católicas y un grupo de jóvenes de la parroquia. Ayudaba en campamentos de verano católicos, atendía cursos para formadores de jóvenes en la diócesis... La vida tenía otro sabor: el de la entrega, el de una amistad mucho más profunda y el descubrimiento de un Amigo maravilloso.

Cuando escuché que Dios llamaba a algunos a consagrarse totalmente a su amor, me pareció muy atractivo, porque los conversos somos una especie de enamorados de Dios recién descubierto. Sin embargo, la idea de casarme y tener una familia católica me atraía también. Así andaba entre los dos amores. Conocí a un joven del que me enamoré y decidí que me casaría con él. Pero en un encuentro de jóvenes conocí a algunas señoritas consagradas del Regnum Christi. Guardé sus datos, pero no di al encuentro ninguna importancia, sobre todo porque no pensaba en consagrarme.

Dos años más tarde, en enero de 1995, tuve la gracia de participar en la Jornada Mundial de la Juventud en Manila, Filipinas: una experiencia inolvidable de la Iglesia y de Cristo. Comprendí que Él era la respuesta y solución a todos los problemas de la humanidad. Escuché repetidas veces en las conferencias que todos teníamos vocación a la santidad y al apostolado, y decidí seriamente que, en aquella vocación a la que Dios me llamase, quería trabajar por Cristo con todo mi tiempo y todos mis talentos.

Ahí en Filipinas, otro viernes, el 13 de enero, después de recibir la comunión de manos del Santo Padre, le confié a Jesucristo este propósito, esta promesa que me llenaba de felicidad. No sabía bien cómo realizarla. Me imaginaba casada y con hijos, trabajando a tiempo completo por la Iglesia, pero el dónde y el cómo no estaban claros.

Después de la misa me dirigí a la capilla para hablarlo con Cristo. Con todo el fervor de mi alma, le pedía fuerzas para perseverar en mi propósito; deseaba que Él me iluminase y me enseñase el camino que debía seguir. Cuando terminé mi oración, me fijé que un sacerdote iba a celebrar la misa. Me levanté y salí, pero él me alcanzó en el pasillo. «Me gustaría ofrecer la misa por su intención». ¿Le impresionó la intensidad con la que rezaba? No lo sé. Pero sentí un gran deseo de compartir con él la única intención que me importaba en ese momento. «Hoy decidí que, sea cual sea mi vocación, quiero dar todo mi tiempo y mis talentos al Reino de Cristo». El sacerdote, con una sonrisa, aprobó mi decisión y añadió: «Sé la esposa de Cristo».

Cuando regresé de Manila, necesitaba un poco de tiempo para pensarlo, orar, ver que no era solamente un acontecimiento sentimental y pasajero. Pero Jesucristo se desbordaba en muestras de su predilección con su gracia. A veces regalos espirituales, otras veces detalles muy humanos y casi tangibles, encuentros, ayudas... como si no le bastase haberme enseñado su amor una vez. El Jueves Santo, 13 de abril, después de la comunión, le di un sí total a Dios y para siempre.

En cada sacrificio de la misa, recuerdo que Él me sigue amando y se sigue entregando por mí. Yo también trato de amarle y entregarme a Él en los demás para responder a su amor. Soy feliz, y puedo decir que su amor me ha llenado plenamente y que no lo cambiaría por ningún amor humano.

«Afrontamos el problema vocacional sin complejos»

«Afrontamos el problema vocacional sin complejos»


Autor:Josep Àngel Saiz Meneses / Obispo de Tarrasa


Sólo un año después, el seminario de Tarrasa tiene ya 28 estudiantes...
-Comenzamos con mucha humildad y con la confianza puesta en el Señor, a la vez que aplicando todas nuestras fuerzas. Y ésta es la actitud que procuramos mantener.


-A pesar de ser el seminario más joven de España, es uno de los más prósperos...


-Llevamos muy poco tiempo como para sacar conclusiones. Cierto es que en el primer curso tuvimos siete ingresos y en este segundo han sido nueve los candidatos. Demos gracias a Dios y sigamos trabajando con humildad y sencillez. Por todas las parroquias y comunidades que paso pido oración por las vocaciones y exhorto a los enfermos para que ofrezcan su dolor por esta intención. A la vez, procuramos plantear el tema vocacional de forma directa y sin complejos. Por remarcar dos aspectos, me parece muy importante que creamos de verdad que Dios sigue llamando a jóvenes al sacerdocio, y también es esencial que transparentemos el gozo de la vida entregada al Señor a través de este camino.


-¿A qué se debe el progresivo aumento de seminaristas en Tarrasa frente a otras diócesis que tienen incluso mayor población?

-Yo pido a Dios que muchos jóvenes escuchen la llamada y que haya abundantes vocaciones en todos los seminarios. De momento, en los dos primeros cursos ha ido bien. Ojalá dure muchos años así.


-¿Cree necesaria la figura del seminario menor en nuestros días?

-Creo en los seminarios menores por mi propia experiencia y la de muchos otros sacerdotes. Dios llama a quien quiere y cuando quiere. A menudo se cuestiona que un niño de 12 años o un joven de 18 pueda tener clara su vocación al sacerdocio. Hay niños que de pequeños dicen que quieren ser médico o maestro y acaban siéndolo después de una trayectoria rectilínea. Otros dicen lo que quieren ser de mayores pero luego discurren por un camino diferente. Lo mismo sucede en la vocación religiosa. De los niños que manifiestan esta vocación unos acaban en el sacerdocio y otros no. Se trata de acompañarlos en el proceso de maduración personal y ayudarlos a discernir la voluntad de Dios.


-¿Es más difícil escuchar hoy la llamada al sacerdocio?

-En una sociedad cada vez más secularizada y consumista, no sólo es difícil escuchar la llamada al sacerdocio, resulta difícil también vivir con coherencia la fe cristiana. Hay demasiada dispersión, demasiado ruido en los ambientes, en la vida de las personas. La llamada es de Dios, la iniciativa última es de Dios. Seguramente llama a la mayoría de jóvenes por el camino del matrimonio, pero sin duda llama a muchos por el camino del sacerdocio. Hace falta silencio, oración, reflexión, para escuchar su llamada. Yo no pretendo que entren al seminario muchos o pocos jóvenes; se trata de que cada uno siga el camino por el que Dios le llame. Es así como encontrarán el gozo y la paz, la vida plena.

BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE LA VOCACIÓN / Hermanos Maristas

BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE LA VOCACIÓN
Escuchar la llamada en esta nueva cultura. Todos Uno 145 (Enero – Febrero), 2001.
Nuevas vocaciones para una nueva Europa. Cuadernos CONFER 9; Nos: 25, 26, 27. Roma, 1997.
ARBUÉS, BENITO: Encuentro de Pastoral Vocacional de El Escorial. 22-28 de octubre de 1999.
BERZOSA, RAÚL: El camino de la vocación cristiana. EVD (Verbo Divino), Estella, 1991.
CENCINI, AMADEO: Alguien te llama. Carta a un joven que no sabe que es llamado. Sal Terrae, Santander, 2000.
GIORDANO, BRUNO: Respuesta del hombre a la llamada de Dios. Sociedad de Educación Atenas, Madrid, 1983.
INSTITUTO DE LOS HERMANOS MARISTAS: Guía de Formación. Roma, 1994.
MONBOURQUETTE, Jean: A cada cual su misión. Descubrir el proyecto de vida. Sal Terrae, Santander, 2000.
PÉREZ, José Luis : Pastoral juvenil vocacional. Apuntes 3. Frontera, Instituto de Vida Religiosa de Euskal Herria. Vitoria, 1999.
SASTRE, Jesús: ¿A qué convocamos a los jóvenes? San Pío X, Madrid, 1998.
SORANDO, José: La orientación vocacional. Materiales de trabajo. CCS, Madrid, 2000.



BIBLIOGRAFÍA POR TEMAS

Iniciación teológica:
• ALT, FRANZ: Jesús, el primer hombre nuevo. El Almendro, Córdoba, 1993.
• BUSTO SAIZ, JOSÉ RAMÓN: Cristología para empezar. Sal Terrae, Santander, 19976.
• CASTILLO, JOSÉ Mª: El proyecto de Jesús. Sígueme, Salamanca, 1985.
• CASTILLO, JOSÉ Mª: Teología para comunidades. Paulinas, Madrid, 1990.
• GONZÁLEZ CARVAJAL, LUIS: Esta es nuestra fe. Sal Terrae, Santander, 1987.
• JACOMUZZI, STEFANO: Comenzó en Galilea. El Almendro, Córdoba, 1998.
• MATEOS, JUAN – CAMACHO, FERNANDO: El horizonte humano. El Almendro, Córdoba, 1989.
• PATIN, ALAIN: La aventura de Jesús de Nazaret. Sal Terrae, Santander, 1985.
• SICRE, JOSÉ LUIS: El cuadrante I, II, III. EVD, Estella (Na), 1997.
• SOLS, JOSEP. : Teología de la marginación. Los nombres de Dios. Cristianisme i Justicia 46, Barcelona, 1992.
• VITORIA, F. JAVIER: Cristianismo beligerante con la injusticia. Cristianisme i Justícia 100, Barcelona, 2001.

Conocimiento Personal:
• ALEMANY, CARLOS (ED.): 14 aprendizajes vitales. DDB, Bilbao, 1998.
Un excelente libro para acercarse desde un enfoque estimulante a 14 temas: la escucha, el fracaso, el humor, el llanto, el perdón, la pareja, el discernimiento, la asertividad, el dolor... Escritos de forma amena y narrativa por distintos especialistas, cada capítulo acaba con interesantes pistas para el trabajo personal y una amplia bibliografía.
• ANDRÉS MARTÍN, MATEO; El hombre en busca de sí mismo. Sociedad de Educación Atenas, Madrid, 1995.
• ANDRÉS MARTÍN, MATEO: Puedo ser otro y feliz. Sociedad de Educación Atenas, Madrid, 1989.
• ALVAREZ, RAMIRO J. : Para salir del laberinto. Sal Terrae, Santander, 1997
• AUGER, LUCIEN: Ayudarse a sí mismo. Sal Terrae, Santander, 19948.
• AUGER, LUCIEN: Ayudarse a sí mismo aún más. Sal Terrae, Santander,19923.
• BONET, JOSÉ-VICENTE: Sé amigo de ti mismo. Sal Terrae, Santander, 1994.
• CABARRÚS, CARLOS RAFAEL: Crecer bebiendo del propio pozo. DDB, Bilbao, 1998.
Es una buena colección de técnicas y recursos para profundizar en el conocimiento de uno mismo. No es un libro para leer, sino para ir realizando lo que se nos propone, como un taller. Dos sugerencias de gran ayuda: escribir lo que se va trabajando y contrastar con alguien el propio proceso de autodescubrimiento.
• CASTANYER, OLGA: Asertividad: Expresión de una sana autoestima. DDB, Bilbao, 1996.
• CORTÉS DE ARAGÓN, LOURDES — ARAGÓN DIEZ, JESÚS: Autoestima, comprensión y práctica. San Pablo, Caracas (Venezuela), 1999.
• FISHE, ROBERT: El caballero de la armadura oxidada. Obelisco, Barcelona, 1996.
• GIMENO – BAYÓN, ANA : Comprendiendo como somos. DDB, Bilbao, 1996.
Con explicaciones sencillas nos acerca a distintas facetas de nuestra personalidad para ayudarnos en el autoconocimiento. Cada capítulo acaba con un útil resumen y con la propuesta de unos ejercicios prácticos para trabajar personalmente.
• LACASSE, MICHELINE: De la cabeza al corazón. Sal Terrae, Santander, 1995.
• MELENDO, MAITE; En tu centro: el enneagrama. Sal Terrae, Santander, 1997.
• POWELL, JOHN: ¿Por qué temo decirte quién soy. Sal Terrae, Santander, 19925.
• POWELL, JOHN: La felicidad es una tarea interior. Sal Térrea, Santander, 1996.
• AGUSTÍ I BARRI, CARME; Vivir la vida a fondo. PPC, Madrid, 1992.
• SCHWARZ, ANDREA: La dragoncita Quiéreme. Sígueme, Salamanca, 2000.


Acercamiento a lo marista:
• AA.VV: Misión Educativa Marista. Edelvives, Zaragoza, 1998.
• AA.VV: Un santo de ayer y de hoy. Cuadernos de la Canonización de la provincia de Madrid.
• ANDRÉS CARPINERO, FEDERICO: Padre de hermanos. Edelvives, Zaragoza, 1990.
• CREMADES, RAÚL: Ni el día ni la hora. Provincia Marista de Bética, Zaragoza, 1997.
• HERMANOS MARISTAS: Documentos del XIX Capítulo General, 1993.
• HERMANOS MARISTAS: Hermanos Maristas hoy (XVII Capítulo General). 1976.
• MARTÍN, SANTIAGO: El silencio de Dios. Planeta, Barcelona, 1997.
• PROVINCIA MARISTA DE MADRID: Cuadernos Champagnat (6 cuadernos editados con motivo de la canonización de Marcelino).
• SAMMON, SEÁN D.: San Marcelino, Vida y Misión. FMS, Roma, 1999
• SARRIÓN CAYUELAS, JOSÉ: Miguel Angel Isla, morir para vivir. Provincia Marista de Levante, Zaragoza, 1998.
• UNCITI, MANUEL: Amaron hasta el final. Edelvives, Zaragoza, 1997.


Espiritualidad, oración, vocación y vida religiosa
• BUSQUETS, JOAN: La vocación: seguimiento y servicio. Centre de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1997.
• CENCINI, AMEDEO: Alguien te llama. Sal Terrae, Santander, 2000.
• GONZÁLEZ FAUS, JOSÉ IGNACIO: Memoria subversiva, memoria subyugante. Cristianisme i Justícia 104, Barcelona, 2001.
• LAGUNA, JOSÉ: ¿Y si Dios no fuese perfecto? Hacia una espiritualidad simpática. Cristianisme i Justícia 102, Barcelona, 2000.
• MARTINI, CARLOS MARÍA: Conocerse, decidirse, arriesgarse. San Pablo, Madrid, 1995.
Aunque este libro recoge las charlas –en estilo bastante comprensible y directo– que dio Martini a un grupo de seminaristas de su diócesis de Milán, es fácilmente adaptable a cualquier otra vocación cristiana. Trata los temas del autoconocimiento, la decisión, las resistencias, el discernimiento y el riesgo que entraña toda opción. Después de cada capítulo hay un cuestionario para poder reflexionar y orar personalmente. El libro también recoge los diálogos entre Martini y los seminaristas, después de trabajar cada tema.
• MUÑOZ PEÑAS, PEDRO: Aprender a orar. Para crecer en la oración. San Pablo, Madrid, 2001.
• MONBOURQUETTE, JEAN: A cada cual su misión. Descubrir el proyecto de vida. Sal Terrae, Santander, 2000.
• PRADERVAND, PIERRE: El arte de bendecir. Sal Terrae, Santander, 2000.

La Idea Primera

Bueno al fin puedo concretar esta idea que llevo hace mucho tiempo dentro de mi. la idea principal es que este blog permita a muchos jovenes como yo descubrir cual es su misión en este mundo. osea principalmente hablando de una Vocacion Religiosa.

este blog busca ser para muchos jovenes una luz en la busqueda del lugar para realizar esta vocacion de manera más plena.

si tu eres sacerdote o Monja o Monje,Consagrado o Consagrada, contemplativo no comtemplativo, de clausura o vives en el mundo y quieres contarnos un poco de la historia de tu vocacion envianos un correo a papovocacion@gmail.com