jueves, 29 de mayo de 2008

Carmelitas Descalzas del glorioso San José

Carmelitas Descalzas del glorioso San José

Fuente: www.carmelitasecija.es.tl
Autor: Catholic.net

Quiénes Somos


Cada Carmelita Descalza, debe buscar en su corazón el canto del amado que la atrae y la enamora. Para eso se va al Carmelo.

Su ofrenda hecha desde el desprendimiento de su alma en plena libertad, ha de renovar su amor al Amado un número ilimitado de veces por cada instante de vida. No vive sino para amar a Jesús.

La oración es dialogo con el Señor, es intimidad y amistad...por eso la Carmelita dedica dos horas especiales cada día para hablar con él. Pero toda la vida del Carmelo es vida de oración... se le piensa, se le respira a cada paso. Su presencia lo llena todo.

Bajo su Mirada

María es modelo, hermana y amiga para la Carmelita Descalza. De ella aprendemos la forma en la que quiere Jesús que le amemos.

Con Él y en Él

Cada Carmelita Descalza, debe buscar en su corazón el canto del amado que la atrae y la enamora. Para eso se va al Carmelo.

Su ofrenda hecha desde el desprendimiento de su alma en plena libertad, ha de renovar su amor al Amado un número ilimitado de veces por cada instante de vida. No vive sino para amar a Jesús.

La oración es dialogo con el Señor, es intimidad y amistad...por eso la Carmelita dedica dos horas especiales cada día para hablar con él. Pero toda la vida del Carmelo es vida de oración... se le piensa, se le respira a cada paso. Su presencia lo llena todo.

Sin mistigación hasta la muerte

Hace mucho tiempo ya Teresa de Jesús, aquella mujer andariega e inquieta que buscaba con ansias el camino más recto a la perfeccion evangélica, se topó con Juan de la Cruz. Una entrevista memorable en aquel Carmelo de Medina del Campo bastó para que juntos pensaran en devolver al antiguo tronco del Carmelo, todo el vigor perdido con los años y la relajación.

Hoy sus hijas, herederas de aquel glorioso dechado de fidelidad y austeridad junto a la alegría desbordante característica propia de los palomares de la Virgen queremos vivir libre y espontáneamente aquella misma Regla y Constituciones que dejara para sus hijas Ntra. Santa Madre

Profesamos con orgullo las mismas leyes que, adaptadas a las directrices del Concilio Vaticano II defendiera hasta su muerte la seráfica doctora de Ávila y aprobara el Juan Pablo II en 1990.


Todas han de amarse

Según el deseo de Ntra. Santa Madre Teresa de Jesús, los Carmelos han de ser verdaderas familias, donde cada una de las hermanas procure servir, amar, respetar y ayudar en lo que pudiere a las demás.

Se vive en el Carmelo no solo para darse a Dios Nuestro Señor, sino también a nuestros hermanos los hombres, por quien pedimos y rogamos y tambien a nuestras hermanas de comunidad haciendo que la vida sea más llevadera y afable.


bajo la ley del Trabajo

"Entre los pucheros anda el Señor" así diría Nuestra Santa Madre refeiriendo y ensalzando los trabajos más humildes de la casa. Dios está en todo sitio, el corazón a de buscarlo donde quiera y poniéndose en sintonía con Él a de amarle.

Trabajamos como pobres, buscando nuestro sustento diaría. Nos dedicamos a varios trabajos, entre ellos la elaboración de confituras y dulces para la venta, ropa litúrgica, costura, cerámica y pintura.

Para la carmelita trabajar no significa esfuerzo extenuante por conseguir riquezas. El fin del trabajo es además de ecocómico, un medio para darnos más a nuestros hermanos los hombres. Del trabajo de las que pueden trabajar, sale el sustento de todas. Por eso es una forma también de donación entre nosotras.

Fundadora del Carmelo de San José de Écija: Madre Juana de la Santísima Trinidad. Carmelita Descalza

Nuestra querida Madre Juana de la Santísima Trinidad, fue la fundadora de este convento de Écija, muy cerca de Sevilla.

Del convento de Carmelitas Descalzas de la misma capital andaluza vino la Madre y sus compañeras de fundación.

La erección del monasterio fue en un comienzo algo costoza dada las dificultades económicas, pero Dios no dejó de la mano el proyecto y despúes de arreglar todo se erige la casa poniendo como protector, custodio y patrono al Glorioso San José, como había querido e hizo casi siempre Ntra. Santa Madre Teresa de Jesús.

Fue una monja muy virtuosa y entregada, un ejemplo de carmelita, de madre y maestra. Deroochaba ternura. Murió en olor de santidad. Algunos aseguran haber recibido favores por su intercesión.

Sus restos mortales se encuentran debajo de las rejas del coro en nuestro monasterio, conservándose hasta la actualidad en un estado de incorrupción.


Beata Elías de San Clemente. Carmelita Descalza (1901-1927)

Tercera hija de los esposos José Fracasso y Pascua Cianci, la Beata nació en Bari el 17 de enero de 1901 y, a los cuatro días, fue bautizada con el nombre de Teodora en la iglesia de Santiago por su tío don Carlos Fracasso, capellán del cementerio. Recibió la confirmación en 1903 de manos de monseñor Julio Vaccari, arzobispo de la diócesis.

Su familia vivía entonces en la plaza de San Marcos y se mantenía con los ingresos del padre, maestro pintor y decorador edil, el cual, alrededor de 1929/30 con grandes sacrificios abrirá un negocio para la venta de barnices y colores. Su madre se ocupaba de las faenas domésticas.
Considerados ambos como óptimos cristianos practicantes tuvieron nueve hijos, cuatro de los cuales murieron en tierna edad. Representaron un punto seguro de referencia en su crecimiento humano y espiritual para los cinco hijos que quedaron en vida (Prudencia, Ana, Teodora, Dominica y Nicolás).

En 1905 la familia se transfirió a la calle Piccinni, a una casa que tenía un pequeño jardín, en la cual la pequeña Teodora, a la edad de cuatro o cinco años, afirmó haber visto en sueños a una bella "Señora" que se paseaba entre las filas de lirios florecidos, y que después desapareció al improviso con un haz de luz, y a la cual prometió hacerse monja de grande, una vez que la madre le había explicado el posible significado de la visión.

Teodora, mandada al asilo de las religiosas estigmatinas, prosiguió los estudios hasta el tercer año de primaria. El 8 de mayo de 1911, después de haber hecho una larga preparación, recibió la Primera Comunión; la noche precedente sueña a Santa Teresita del Niño Jesús quien le predice: "serás monja como yo". Después frecuentó el taller de costura y de bordado en el mismo Instituto.

Entra a formar parte en la asociación de la Beata Imelda Lambertini, dominica con una acendrada piedad eucarística; pasará enseguida a la "Milicia Angélica" de san Tomás de Aquino. Reunía periódicamente a las amigas en la habitación de la casa para hacer meditación y orar juntas, para leer el Evangelio, las Máximas Eternas, la Imitación de Cristo, los 15 sábados de la Virgen, las vidas de los santos y sobre todo la autobiografía de santa Teresa del Niño Jesús.

Este comportamiento y su benéfico influjo en las otras compañeras no pasaron desapercibidos a una de sus maestras, sor Angelina Nardi. Mientras tanto, la no bien definida vocación religiosas de Teodora comenzaba tomar una dirección bajo el consejo del P. Pedro Fiorillo, O.P., su director espiritual, que le introdujo en la Tercera Orden Dominica, en la cual, admitida como novicia el 20 de abril de 1914 con el nombre de Inés, hizo la profesión el 14 de mayo de 1915, con dispensa especial por su joven edad.

Teodora, durante los años difíciles de la guerra 1915-1918, encontró una infinidad de ocasiones para ampliar más allá del ámbito familiar y de sus amistades, su campo de apostolado, de catequesis y de asistencia, dando libremente desfogue a su ardiente deseo de hacer bien al prójimo.

Hacia el fin de 1917, Teodora decidió dirigirse al padre jesuita Sergio Di Gioia para pedir consejo, el cual convertido en su nuevo confesor, decidió encaminarla, después de cerca de un año, junto con la amiga Clara Bellomo, futura Sor Diomira del Divino Amor, al Carmelo de san José, de la calle De Rossi, en Bari, al que se dirigieron ambas por vez primera en diciembre de 1918.

El 1919 fue un año de intensa preparación espiritual en vistas al ingreso en el monasterio, bajo la guía prudente e iluminada del P. Di Gioia.

La nueva Beata entró en comunidad el 8 de abril de 1920 y vistió el sagrado hábito el 24 de noviembre del mismo año, asumiendo el nombre de Sor Elías de San Clemente. Emitió los primeros votos simples el cuatro de diciembre de 1921: "Sola a los pies de mi Señor Crucificado, lo miré largamente, y en aquella mirada vi que El era toda mi vida". Además de santa Teresa de Jesús, tomó como guía a Teresita del Niño Jesús, siguiendo el "caminito de la infancia espiritual donde me sentía -afirma la Beata- llamada por el Señor". Hizo la profesión solemne el 11 de febrero de 1925.

Su camino, desde los inicios, no fue fácil. Ya en los primeros meses del noviciado había tenido que afrontar con gran espíritu de fe no pocas dificultades. Pero el verdadero problema surgió después de que la Madre Priora, Angélica Lamberti, en la primavera de 1923, nombró a Sor Elías maestra de encaje a máquina en el centro de educación para jovencitas junto al Carmelo; la directora, Sor Paloma del Ss. Sacramento, de carácter autoritario, severa y poco comprensiva, no veía con buenos ojos la bondad y la gentileza con que Sor Elías trataba a las educandas, y, después de dos años, la hizo apartar de su oficio.

Siempre rigurosamente observante de las Reglas y de los actos comunes, la nueva Beata transcurría largos ratos gran parte de la jornada en su celda, dedicada a los trabajos de costura que se le encomendaban, continuando incluso a disfrutar de una gran estima por parte de la Madre Priora, que la nombró sacristana en 1927. En esta dolorosa prueba le sirvió de gran consuelo el P. Elías de san Ambrosio, Procurador General de la Orden de los Carmelitas Descalzos, que la había conocido en 1922, con ocasión de una visita al Carmelo de san José, y con el cual la joven mantuvo una edificante correspondencia epistolar sacando un gran provecho.

Afectada en enero de 1927 de una fuerte gripe que la debilitó mucho, Sor Elías comenzó a acusar frecuentes dolores de cabeza de los que no se lamentaba, y que soportaba sin tomar ninguna medicina.

Cuando, algunos días antes de Navidad (el 21 de diciembre), Sor Elías comenzó acusar también una fuerte fiebre y otras molestias, lo consideraron que se trataba de uno de sus habituales malestares; pero la situación se hizo cada vez más preocupante. El 24 de diciembre la visitó un médico, quien aún habiendo diagnosticado una posible meningitis o encefalitis, no consideró la situación clínica particularmente grave, por lo que solamente la mañana siguiente fueron convocados a la cabecera de la enferma dos médicos, los cuales desgraciadamente constataron la irreversibilidad de sus condiciones.

Sor Elías de San Clemente se apagó a las 12 del 25 de diciembre de 1927. Hizo su entrada en el cielo en un día de fiesta, como lo había predicho: "Moriré en un día de fiesta". El arzobispo de Bari, Mons. Augusto Curi, celebró el funeral al día siguiente en presencia de los familiares de la Sierva de Dios y de tantísima gente que vino para visitar la finada.

La joven Carmelita dejó en todos un nostálgico recuerdo, y también una gran enseñanza: es necesario caminar con gozo hacia el Paraíso porque es el "punto omega" de todo creyente.
La fama de santidad pronto la hizo tener muchos devotos, y fieles que escribían al monasterio. Muchos cristianos de Bari se congregaron el día de su muerte, y pedían se pasasen objetos religiosos por su cuerpo para guardarlos de reliquias.
Dios quiso regalarle a esta alma sufrida y sencilla, la gloria de los Altares. y aprobadas las fechas, era beatificada en la catedral de Bari, el 18 de marzo de 2006.

Ahora muchos se encomiendan a su intercesión, y la Iglesia espera otro milagro, para sellar con broche de oro el libro de su vida, canonizándola.

Instituto Cristo Rey

¿Qué es el Instituto Cristo Rey?

El Instituto Cristo Rey (ICR) es una sociedad religiosa, compuesta de sacerdotes y hermanos coadjutores, que, separados del mundo y mediante la profesión de los consejos evangélicos (de castidad, pobreza y obediencia), de una vida fraterna y estable en común se consagran totalmente a Dios, no buscando sino su mayor gloria, en la extensión del Reino de Jesucristo, al servicio de la Santa Madre Iglesia.

La Realeza de Jesucristo, tanto individual como social, es el carisma, la misión y la razón de ser del Instituto, cuyos miembros han de vivirla en su triple dimensión: contemplativa, doctrinal y apostólica.

Fin primario del ICR es el servicio a los sacerdotes y consagrados, ayudándoles en su renovación espiritual y formación doctrinal, con vistas a su acción pastoral.

Se dedica, al mismo tiempo, a la formación y santificación de los fieles laicos, dando prioridad a la "Legión de Cristo Rey".

Para lograr sus fines utiliza como medios principales: la predicación de la Palabra de Dios, la dirección de los Ejercicios Espirituales y la docencia de materias eclesiásticas.

¿Qué es la Legión de Cristo Rey?

La Legión de Cristo Rey (LCR), dependiente del ICR, está integrada por laicos (hombres, mujeres, jóvenes y niños), quienes, afianzados en su espíritu por los ejercicios ignacianos, trabajan por conformar el orden social de acuerdo a los valores evangélicos. Saben que nunca podrán hacer reinar a Jesús en la sociedad, si primero no lo hacen reinar en sus propias personas y en sus hogares. La LCR esta extendida por gran parte del territorio argentino, y también en Washington y Miami.

¿Quien es su Fundador?

El R. P. José Luis Torres-Pardo es el Fundador del ICR y de la LCR. Obra de la Iglesia Católica que nace en la Arquidiócesis de Rosario, Argentina, en 1980, con el apoyo y la aprobación de los Arzobispos de ese lugar.

El Instituto Cristo Rey se mantiene económicamente de las donaciones que recibe de la caridad de los bienhechores, que espontáneamente colaboran para su sostenimiento.

Utiliza el siguiente enlace para visitar su página web: www.cristorey.org

miércoles, 30 de abril de 2008

El oficio de monaguillo

El oficio de monaguillo

Fuente: www.revistaecclesia.info
Autor: Mons. José Sánchez González. Obispo de Sigüenza-Guadalajara

He dicho "oficio del monaguillo" y efectivamente, es un oficio importante, que consiste en la participación desde la cercanía y en la ayuda a las celebraciones y a todos los importantes oficios que ejercen los sacerdotes, a los que los monaguillos ayudan. De este modo cumplen los monaguillos con el deseo y el mandamiento del Señor cuando dice "Dejad que los niños se acerquen a mí".

Algunos creen que ser monaguillo es sólo un camino para ser sacerdote; pero no siempre es así, porque muchos han sido monaguillos y después no son sacerdotes. También las chicas pueden ser monaguillas. Lo cierto es que todos los que han sido monaguillos guardan un gran recuerdo de su tiempo y oficio de monaguillos y te dicen con mucho orgullo y agradecimiento, cuando son mayores: "Yo también fui monaguillo”. Es que ser monaguillo ya es de por sí un honor, un servicio a Dios, a los sacerdotes y a la comunidad y un oficio muy digno.

También es cierto que ser monaguillo es un buen entrenamiento para ser seminarista, si el Señor te llama a ser sacerdote. El tiempo y el oficio de monaguillo sirven para familiarizarse con las cosas de Dios, como la palabra, las celebraciones, el templo, los objetos de culto, la comunidad cristiana, las fiestas religiosas… en las que el sacerdote emplea después toda su vida.

Sociedad Misionera de Cristo Rey

Sociedad Misionera de Cristo Rey

Fuente: Sociedad Misionera de Cristo Rey
Autor: Maru Ruano


Es un hecho doloroso que la mayor parte de los hombres viven hoy alejados de Dios y de la Iglesia. Casi toda la manera de pensar y vivir y la vida pública se separan cada vez más de la fe cristiana. En muchos lugares se ha llegado a la apostasía general, incluso a la subversión completa del orden natural y de la ley natural impresa por Dios en la naturaleza humana.

En esta situación del mundo contemporáneo, tan necesitado de evangelización, nace la Sociedad Misionera de Cristo Rey. Esta Sociedad Misionera no tiene otro deseo que trabajar con todas sus fuerzas para que de nuevo la vida privada y pública vuelva a conformarse con el Evangelio y que todos los hombres, llamados a la vida divina, vuelvan a Cristo como miembros vivos de la Santa Iglesia.

Por ese motivo la Sociedad Misionera de Cristo Rey quiere consagrarse a la evangelización y recristianización de los hombres, de las familias, de toda la sociedad humana, con un afán universal, ya que el bien cuanto más universal es más divino. No está circunscrita en su apostolado a una diócesis, región o nación, sino que su fin es el de la Iglesia universal. Su espíritu misionero la lleva a seguir la voz del Papa y de la Jerarquía católica, para trabajar en cualquier parte del mundo donde sea más necesario su apostolado. El Papa actual acaba de repetirnos en el domingo de Pentecostés: "El empeño misionero no tiene plazos e implica a todos los miembros de la comunidad cristiana, hoy como en los comienzos de la Iglesia".

La Sociedad Misionera de Cristo Rey desearía ser para nuestro tiempo como un don del Corazón misionero de Jesús. La regla primera que define su espíritu dice así: "El fin de nuestra Sociedad Misionera es, no solamente atender a la propia perfección cristiana sino con la misma gracia divina, procurar intensamente la santificación del prójimo en cualquiera parte del mundo donde se espera más servicio de Dios".

¿Quénes la integran?

La Sociedad Misionera de Cristo Rey es una Sociedad sacerdotal de vida apostólica, pero admite también a miembros seglares que busquen la perfección evangélica, según el espíritu de la Sociedad, vivan su mismo fin misionero y colaboren con la Sociedad en su apostolado, conforme a sus reglas particulares y bajo su obediencia.

¿Qué apostolados ejerce en la actualidad la Sociedad Misionera de Cristo Rey?

Nuestros sacerdotes trabajan en la actualidad en:


Catorce parroquias en la serranía de Cuenca y tres parroquias en la Mancha, de la misma diócesis conquense.


Una Escuela Apostólica para la formación y el fomento de vocaciones misioneras. En ella completan los candidatos los estudios de enseñanza media y los estudios de Filosofía y Espiritualidad. Los estudios de Teología los realizan en los seminarios diocesanos o en las universidades eclesiásticas según las indicaciones de los señores obispos.


Un Colegio de enseñanza, gestionado por la Fundación Padre Piulachs que depende de la Sociedad Misionera, cuyo nombre es el de Corazón Inmaculado de María. Se imparten en él desde los estudios primarios hasta el ingreso en la universidad o el mundo del trabajo. Los alumnos matriculados son 500. (Tanto la Escuela Apostólica como el Colegio, están situados en pleno campo, en la villa de Sentmenat muy próxima a Barcelona).


La Asociación Unión Seglar de San Antonio María Claret, para familias. Asociación Juvenil San Luis Gonzaga y congregación mariana "María Reina y Madre" para jóvenes.


Catorce turnos de Adoración Nocturna, misiones populares y ejercicios espirituales, catequesis...


Colonias infantiles y campamentos durante el verano.


La revista AVE MARÍA, que es la revista mensual mariana de mayor difusión en lengua española.


Visita la página de Sociedad Misionera de Cristo Rey

Concepcionistas Misioneras

Concepcionistas Misioneras

Fuente: www.concepcionistas.com
Autor: n/a

Carisma de la Familia Concepcionista


Un Carisma para una Familia

Dios otorgó a la Iglesia un nuevo “carisma”, una “gracia”, cuando inspiró a Carmen Sallés una manera concreta de vivir el seguimiento de Cristo propio de todos los bautizados.

- A partir de 1892, se inicia el camino de la Familia Concepcionista en la Iglesia, haciéndose presente en ella mediante una Congregación Religiosa. Es el principio. Pero las Religiosas se saben depositarias de una gracia carismática en continuo desarrollo. Leen en sus Constituciones: “Buscaremos en continuo discernimiento la respuesta válida a cada momento histórico”.

- En nuestro momento histórico-eclesial, especialmente a partir del Concilio Vaticano II, se va desarrollando el carisma en dirección al laicado. Porque una comunidad de fe admite diferentes niveles de participación y vivencia de esa fe. Así lo reconocía el XIII Capítulo General:

“El carisma concepcionista es un don que Dios nos ha dado para enriquecer a su Iglesia... no se nos ha dado en exclusiva, sino que debe ser compartido como don eclesial, generando una afinidad espiritual...”

Desde esa afinidad surgen dos maneras de vivirlo: desde una espiritualidad consagrada o desde una espiritualidad laical, unidas por la misma perspectiva de fe y de gracia.


Espiritualidad Consagrada

Para la joven que ingresa en la Congregación de Religiosas Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza, lo mismo que para la mujer adulta que lleva años haciendo camino, la síntesis de su compromiso público ante la Iglesia, lo resumen así las Constituciones:

- “... Seguir a Jesucristo lo más perfectamente posible, imitando el género de vida que Él llevó...”

- “... Responder a Dios según las exigencias del Evangelio, en comunión fraterna, en castidad, pobreza y obediencia, imitando su tarea de Maestro que anuncia el Reino a las multitudes y acoge a los niños...”

- “... Desde su Concepción Inmaculada, María es imagen perfecta de lo que la Congregación entera y cada una de las religiosas deseamos ser. Ella es prototipo y modelo de nuestra fecundidad espiritual que, por la suya, se hace más amplia y universal”


Espiritualidad Laical

Para el laico concepcionista, Hombre o Mujer que descubre a Dios en su historia cotidiana, esta espiritualidad supone hacer suyas, en su realidad concreta, las palabras de Juan Pablo II: “... los laicos ofrecerán a las familias religiosas la rica aportación de su secularidad”.

Partiendo de su identidad seglar, desde las condiciones de su vocación cristiana, y contando con los compromisos derivados de la propia situación familiar y/o profesional, colabora en el proceso de asociación iniciado a partir del último Capítulo General Concepcioncita:

“Estudiar los caminos y estimular la implantación de un Movimiento Seglar Concepcionista, para aquellos que quieran compartir nuestro carisma y nuestra espiritualidad”.

Asociándose, encuentra apoyos para su maduración como cristiano que se va llenando de Dios, al mirar a María Inmaculada, llena de gracia. Y asimila y adapta a su estilo personal el de Carmen Sallés, que la Iglesia nos propone como modelo.

También ofrece su apoyo a otros, realizando la misión derivada del carisma concepcionista: la educación, en sus múltiples formas: en la enseñanza, en la familia, entre los amigos o en el trabajo.


Historia de la Congregación


Fundación de la Congregación

El 15 de octubre de 1892, apoyadas por el Arzobispo de Burgos don Manuel Gómez Salazar, Carmen y tres compañeras: Emilia Horta, Candelaria Boleda y Remedios
Pujals , estrenaban su proyecto de vida.

El 7 de diciembre nacía la Congregación de Concepcionistas de Santo Domingo.

El 16 de abril de 1893, aprobadas las Constituciones por el Sr. Arzobispo, emitían la profesión religiosa.


Iniciaban un camino que el tiempo demostraría atrayente para ser recorrido por caminantes diversos, en circunstancias diversas.

De 1892 a 1911, M. Carmen estableció trece casas en España, e inició los pasos previos para llevar su obra a Italia y el Brasil

Falleció el 25 de julio de 1911 dejando un encargo a sus sucesoras: “Id vosotras...”

S.S. Juan Pablo II la beatificó el 15 de marzo de 1998.

Sus restos son venerados en el Oratorio a ella dedicado en Madrid, c. Princesa 19 y 21.


Desarrollo

Colaboradoras directas de M.Carmen Sallés, las dos primeras Superioras Generales hicieron posible una progresiva continuidad congregacional:



M. Providencia Esquíroz e Íñigo (1911 - 1919)
Alumna de M. Carmen desde los diez años, fue elegida sucesora suya con 30 años de edad, en el I Capítulo General.
En 1912 inició las fundaciones de Italia (que no prosperó) y del Brasil, donde dejó abiertas tres casas.
En 1917 promovió la celebración de las Bodas de Plata del Instituto.


M. Lourdes Alonso Martínez ( 1919 - 1932)
Fue una de las primeras religiosas. Colaboró desde muy joven con la Madre Fundadora en tareas de Gobierno.
Trabajó con especial empeño en la aprobación del Instituto y de sus Constituciones, a cuyo fin viajó a Roma en 1925. Visitó dos veces las casas del Brasil, de donde regresó ya muy enferma a España en 1931, al proclamarse la II Repúbica. Falleció pocos meses después.


Profundas transformaciones sociales y eclesiales marcan las dos siguientes etapas en el gobierno del Instituto:


M. Piedad Espinal e Íñigo (1933 - 1958)
Tuvo que afrontar dos guerras: la civil española (1936 -1939) y la 2ª mundial (1939 - 1945) en que el Brasil participó como país beligerante. En medio de las dificultades de la posguerra española, alentó la celebración de las Bodas de Oro y se ocupó en dos procesos, pese a sendos extravíos de documentos: la Beatificación de M. Carmen y la aprobación definitiva de las Constituciones y del Instituto, alcanzada el Año Mariano de 1954.
Llevó la Congregación al Japón y a Venezuela. En 1958, al ser una vez más reelegida para el cargo de Superiora General, presentó su renuncia al Capítulo, por entender que no estaba en la mente de la Iglesia un gobierno tan prolongado.


M. Regina Arias Pedroarena ( 1958 - 1970)
Su ardiente vocación de educadora y su visión de futuro la llevaron a impulsar la introducción del bachillerato en los colegios de España, en 1925. Y, posteriormente, las residencias para jóvenes universitarias.
Llevó la presencia concepcionista a Estados Unidos e hizo realidad el deseo de M. Carmen de tener una casa en Roma.
La firmeza y fortaleza de su caracter, fue clave en la congregación al coincidir su etapa de gobierno con la preparación y desarrollo del Concilio Vaticano II y con los primeros pasos en su aplicación.


En la etapa posterior al Concilio Vaticano II, la Congregación profundiza en sus raíces carismáticas y renueva su impulso misionero:


M. Catalina Ruiz de Elvira y Mira (1970 - 1976)
Abordó el difícil periodo del aggiornamento postconciliar con un talante de cordialidad, apertura y comprensión. Mantuvo y alentó una actitud positiva ante el descenso de vocaciones y el inicio de una etapa de mayores dificultades en la enseñanza. En ambas situaciones promovió actitudes de fe y respuestas de eficacia, mediante una mayor especialización para la enseñanza y la pastoral.
Inició la presencia concepcionista en África: República del Congo; y en algunos países de América: Perú (que no prosperó) y República Dominicana.


M. Natividad Osúa Díez (1976 -1982)
En la misma línea de serena fidelidad a las orientaciones de la Iglesia, convocó en la Congregación un año de acción de gracias, al cumplirse los 25 de la aprobación definitiva del Instituto y las Constituciones; y alentó los trabajos de su revisión y adaptación a las orientaciones del Concilio.
Mantuvo la apertura misionera hacia el continente africano, iniciando la misión de Guinea Ecuatorial. Sus numerosos viajes dan fe del empeño por mantener la atención personal en el trato con las religiosas.


M. Carmen Bernal Ramírez (1982 -1988)
El amor a la Congregación y a su Fundadora, la llevaron a promover los estudios sobre M. Carmen Sallés y a impulsar la segunda etapa de su Proceso de Beatificación. En su generalato culminó la revisión de nuestra legislación, con la aprobación pontificia del Directorio.
Llevó la presencia concepcionista a Corea del Sur y a Filipinas. Ella misma se hizo portadora de esa presencia, mediante la frecuente información sobre sus encuentros con las hermanas de diferentes países.


M. María Mateu Viñas (1988 - 2000)
Dos efemérides marcan los dos sexenios a que se extendió su generalato. En 1992, la celebración del I Centenario de la Congregación y la Beatificación de M. Carmen Sallés por el Papa Juan Pablo II el 15 de marzo de 1998.
Llevó la Congregación a México. Y gracias a su extraordinaria capacidad de trabajo y reflexión, enriqueció nuestro Patrimonio Espiritual con un elenco de cartas circulares de gran valor teológico y espiritual.


M. María Luz Martínez Andrés (2000 - ... )
Elegida en el último Capítulo General, en el corto espacio de tiempo transcurrido desde el inicio de su mandato, ha impulsado el desarrollo del Movimiento Laico Concepcionista y la Misión Compartida.
No sólo ha visitado ya todos los países en que existe alguna comunidad concepcionista, sino que los ha elevado a trece con la fundación en Camerún.


Beata Carmen Sallés y Barangueras


La persona

Todo empezó en Vic (Barcelona, España), en 1848.

El 9 de abril nació a la vida. El 11 nació a la gracia.

Con un nombre: Carmen Sallés. Y con un estilo que uno de sus hermanos resumía en aquel aire suyo de andarse en la presencia de Dios.

En el día a día, fue colegiala en la Compañía de María. Y se preparó, alegre y consciente, para el matrimonio. Pero con una duda inquietante: ¿era eso, lo que Dios quería de ella?.

Unos Ejercicios Espirituales y un discernimiento valiente, le hicieron ver que no. Dios la invitaba a consagrarse a Él, en la vida religiosa.

Nuevos interrogantes: ¿Dónde? ¿Cómo?


Consagrada

En 1869,en condiciones sociales y políticas adversas, emprendió una nueva etapa de progresivo discernimiento de la voluntad de Dios.

Entre las Adoratrices conoció a jóvenes de su edad, que no habían tenido una familia ni una educación como la suya. Jóvenes sometidas a la explotación y el vicio.

Y escuchó, de nuevo, la voz del Espíritu: "Para alcanzar buenos fines, son menester buenos principios"... De la regeneración de jóvenes extraviadas, pasó a la educación preventiva.

Siguió su búsqueda entre las Dominicas. Se abrió a la educación. Y descubrió que los horizontes de la educación femenina en la sociedad del momento eran muy limitados.

El Espíritu le sugería nuevos horizontes para la mujer de tiempos nuevos...


Fundadora

A partir de 1892, Carmen, con tres compañeras, emprendió la fundación de una Congregación Religiosa en la Iglesia.

Su misión: Ofrecer a la mujer una educación en que se armonizasen la piedad y las letras, la virtud y la ciencia...

Hija de María Inmaculada, expresó visiblemente su deseo de imitarla, en el hábito blanco y azul que habían de vestir quienes la siguieran.

Hija de la Iglesia, en ella y con ella, bajo su orientación y con su aprobación, inició un camino en el seguimiento de Cristo.



En Misión


Expresada sin fronteras, con diversas formas de presencia en la sociedad y en la Iglesia, en 13 países de 4 continentes.

En actividades escolares y educativas, en proyectos de voluntariado, en la formación para la misión...


Conoce las actividades de las Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza:


Centros escolares

Residencias

Lares y Multihogares

Talleres

Colaboración parroquial

Centros de Formación

Voluntariado


Centros de Formación

El fin primordial de la formación es:

Descubrir y acoger la vocación personal. Responder “SI” a la voluntad de Dios.

Prepararse para ser una persona consagrada a Dios en la vida religiosa, testigo de Cristo pobre, casto y obediente.

Asimilar y profundizar la identidad religiosa concepcionista, porque Dios llama a un Instituto concreto, con un carisma particular. La formación en el carisma desarrolla, de forma global y progresiva, los distintos aspectos de la espiritualidad concepcionista.


Voluntariado Concepcionista Misionero


El voluntariado concepcionista se ofrece a jóvenes y adultos como una opción personal desinteresada a través de compromisos temporales de servicio, desde la perspectiva humana y cristiana.

Las opciones son múltiples, con diverso grado de compromiso en el tiempo de dedicación y en el modo de desarrollarlas:

• Dedicación de alguna hora semanal a lo largo del curso escolar como:

- Monitores de grupos cristianos o de catequesis.
- Colaboradores para realizar refuerzos educativos.
- Asistentes que animan y escuchan a ancianos o enfermos.
- Ropero.
- "Voluntariado de la esperanza".
- Colaboración con proyectos misioneros o de ayuda humanitaria.
- Promoción social de barrios marginados.

• Implicación de varios días en:

- Pascuas rurales.
- Asistencia a centros de disminuidos físicos.
- Animación de tiempo libre en campamentos.
- Experiencias misioneras durante un mes en lugares de necesidad, compartiendo su vida y su fe con hombres y mujeres, jóvenes y niños, de culturas diferentes.


• Si sientes la urgencia misionera de participar en el voluntariado misionero en periodos de varios meses conecta con M. Fermina Maté: rcmvicariag@planalfa.es; Teléfono 915 401 462.

Y para que conozcas un poquito de estas experiencias, algunos participantes en ellas te ofrecen con mucha ilusión su powerpoint.

Evinayong (Guinea Ecuatorial) - Proyecto Misionero en Guinea Ecuatorial (Verano 2002)

Morichalito (Venezuela) - “Una experiencia inolvidable” (Verano 2002)

Consuelo (República Dominicana) - Experiencia misionera (Verano 2002)

Los tres te van a gustar, pero por mucho que te gusten, ellos dicen que, lo maravilloso es estar con las personas en su ambiente, aprender de ellos ¡tantas cosas!. Habla con quienes han realizado el voluntariado y sabrás cosas de primera mano.


Si estás interesado en participar en alguna actividad del voluntariado Concepcionista infórmate a través de un centro Concepcionista de tu localidad o nación.

Para el voluntariado misionero comunícate con: rcmvicariag@planalfa.es

jueves, 17 de abril de 2008

Dios escoge lo mejor de su cosecha

Dios escoge lo mejor de su cosecha

Fuente: Catholic.net
Autor: P. Clemente González

Vamos a hablar del estilo de vida que ha hecho grande a muchos de los más grandes hombres. Del estado de vida al que Dios ha llamado a sus piezas claves. De los hombres y mujeres que han mantenido su fidelidad en la línea de fuego, sin dar un paso atrás.

Me refiero al "va todo por Cristo": la vocación al sacerdocio (y a la consagración).

Esta es una carta que un sacerdote escribió a un joven que "encuentra" en el camino a Cristo y al que Nuestro Señor le hizo la misma proposición que a aquel del Evangelio: "Véndelo todo y sígueme".

"He leído tu carta con vivo interés y he dado gracias a Dios por la maravilla que su gracia, secundada por tu generosa colaboración, está realizando en ti. Conmovido por la sinceridad y energía espiritual con que sigues viviendo tu ideal de transformarte en Cristo por el camino más costoso, que en definitiva es el más auténtico, quisiera corresponder por mi parte, con la misma convicción a la certeza que tienes de que Cristo ha irrumpido en tu vida y de que no te queda otra alternativa que seguirle hasta el fin.

Mi modesta experiencia me permite decirte, con las palabras del mismo Cristo, que has escogido la mejor parte, que nadie te podrá arrebatar (cf. Lc 10, 42). Has sentido sobre ti aquella mirada penetrante, que Cristo dirigió al joven rico y has correspondido a ella con la seguridad de que su gracia, una vez que ha puesto en tus manos el arado, te va a conceder también el no abandonarlo y el no volver la vista atrás.

Has dicho a Cristo que lo quieres seguir porque estás convencido de sus condiciones, condiciones que bien sabes son de renuncia, de lucha contra el propio egoísmo, de muerte, incluso, para conquistar la vida verdadera. Te has dado cuenta, además, de la urgencia apostólica que encierra y reclama aquella declaración de Cristo: «Yo os he puesto en el mundo para que den fruto y su fruto permanezca para siempre» (Jn 15, 16).

Quiero, sin embargo, para que te sirva de estímulo y de guía, describirte la maravillosa experiencia de Cristo que realizó en su vida San Pablo, quien de perseguidor inconmovible y convencido, fue convertido en apóstol ardiente hasta el supremo sacrificio de su vida; de enemigo persona, en uno de los amigos más apasionados y arrolladores que ha tenido Cristo. San Pablo considera el amor de Cristo a su vida como una gracia completamente inmerecida, como un combate en el que prevaleció el más fuerte, el que tenía mayor capacidad de amar. Por eso, declara que ha sido alcanzado, que ha sido hecho prisionero por Cristo. Siente en alma viva cómo se volcó sobre él el amor de Cristo y por eso declara con tanta frecuencia: «Cristo me amó y se entregó a la muerte por mí» (Ga 2, 20).

Por eso se siente ligado fuertemente a Cristo, crucificado con Él, partícipe de su pasión con sus luchas por engendrar nuevos cristianos. Confía ardientemente en Él y grita ante todo el mundo la certeza inquebrantable que lo anima de que nada ni nadie lo arrancarán del amor a Cristo, precisamente porque es un amor que nace en Cristo, tiene su arraigo en Él y, por lo mismo, posee la firmeza de lo divino. Pero, al mismo tiempo, considera el apóstol ese amor como una conquista personal suya y es plenamente consciente de los sacrificios que el alcanzarla y conservarla le suponen: romper con todo lo que le liga al mundo: su condición de judío, de fariseo observante, de doctor de la ley, es decir, de todo lo que para él es humanamente lo más entrañable. Ahora que posee a Cristo, considera todo eso como pérdida, como estiércol, (para conservar la misma palabra de San Pablo). Pero también, se estremece cuando piensa que puede hacerse indigno de esta vocación, y por eso pide oraciones a los cristianos, crucifica su cuerpo, soporta mil vejaciones con el anhelo de alcanzar la completa posesión de Cristo, su supremo y único bien.


1. Ser sacerdote es convertirse en "otro Cristo". Es decir, cuando un joven recibe el llamado de Dios para seguirlo en la vocación más grande que existe, que es seguir de la manera más fiel al Maestro, a Jesús, se convierte inevitablemente en:

• el motor del mundo,
• en el sostén de la Iglesia,
• en el testimonio de vida y de entrega a los demás,
• en el hombre pleno por excelencia,
• en el portador de la salvación para los hombres (sin el sacerdote, no habrían sacramentos),
• en otro Cristo.


2. Dios escoge lo mejor de su cosecha. Para ser sacerdote es necesario que Dios piense en alguien especial, muy especial. Y que le conceda la gracia de la vocación al sacerdocio o vida religiosa. No es para todos, no es para cualquiera. Ni siquiera puede una persona auto proclamar que "tiene vocación". Esta vocación es un regalo de Dios, en la cual manifiesta una predilección especial por un joven, para que se convierta en el guía de Su rebaño. Y hay que estar atentos a cuando "de pronto" entra una inquietud y un interés particular por ese estilo de vida: puede ser Dios queriendo tocar las puertas de nuestra alma.


3. Es una vocación concreta. Dios llama con nombre y apellido a alguien, en algún momento de su vida, para que le responda en algún momento determinado, y entre en el Seminario como Él espera. No es una "idea" rondando en la cabeza: es Dios que necesita operarios, aún cuando Él es omnipotente y todopoderoso.

No es una vocación para gente extraña. Todo lo contrario, es para los más amados y cercanos a Nuestro Señor. Tampoco es una vocación "rara" de encontrar, que ya en nuestros tiempos no se debería dar. Lo que pasa es que estamos ya tan llenos de ruido, de pasiones, de distracciones, que no nos damos la oportunidad de escuchar en nuestro interior. Tan no es rara, que solamente existen dos tipos de vocación, y una es precisamente la consagración a Jesús como sacerdote, pastor de Su Iglesia.


4. Cualidades que se necesitan.

Una capacidad inmensa de amar (como lo hizo Jesucristo) y un corazón donde quepa toda la humanidad. Cuesta, es cierto, pero te hace el más feliz y el hombre más pleno de la Creación. Muchos creen que duele aceptar la vocación. Parece que se va a perder la vida pues hay que entregársela a Dios. Nada más falso que eso, ya que la vida es toda de Dios, ya sea casado, soltero, consagrado.

La diferencia está en que los sacerdotes, religiosos o religiosas y laicos consagrados ya no se van a dar de topes buscando la felicidad en otros lados, como lo haremos la gran mayoría, hasta encontrar el caminito seguro que nos lleva a Dios.

Los que tienen el llamado y deciden entregar toda su vida ya se adelantaron a vivir en contemplación divina y ahora guían a los demás hacia Dios.


5. Pasos para saber si hay vocación.

Un sacerdote, acostumbrado a descubrir vocaciones sacerdotales y religiosas, recomienda las siguientes cinco claves para resolver el "misterioso llamado" de Dios:

1. Inteligencia sana, compatible con una fe vigorosa.

2. Salud física y mental.

3. Don de gentes (tener una natural simpatía y gusto por ser sociable).

4. Gusto por las cosas de Dios (querer colaborar con las "cosas del Padre")

5. La más importante: Ser llamado por Dios. Y esto sólo se sabe de cara (y de rodillas) al Sagrario.

Cuando una persona decide responder al llamado que Dios le está haciendo de consagrar su vida como religiosa, sacerdote, siempre existirán las grandes "voces de la experiencia", que tratan de convencerla de "no desperdiciar su vida".

Debemos estar muy atentos y analizar siempre qué es realmente vivir. Y vivir es llegar a ser pleno, ser el más feliz, ayudar a los demás en todo lo que se pueda, tomar decisiones trascendentes y seguirlas con la firmeza de una roca, ser el guía de los demás, ser el mejor amigo de Dios, tenerlo todo. Ante una visión de estas, cualquier argumento caerá por tierra.


Algo que no debes olvidar

• Ser sacerdote es convertirse en "otro Cristo".

• Para ser sacerdote es necesario que Dios conceda la gracia y llame a la vida consagrada.

• Es una vocación concreta. Dios llama con nombre y apellido a alguien, en algún momento de su vida, para que le respondamos en algún momento determinado.

• No es una vocación para gente extraña. Todo lo contrario, es para los más amados y cercanos a Nuestro Señor.

• No es una vocación rara de encontrar: estamos ya tan llenos de ruido, de pasiones, de distracciones, que no nos damos chance para escuchar en nuestro interior.

• Se necesita una capacidad inmensa de amar y un corazón donde quepa toda la humanidad

• Pareciera que aceptar la vocación duele, porque se va a perder "lo mejor de la vida". Pero la vida es toda de Dios.

jueves, 10 de abril de 2008

Seminario Maria Mater Eclesiae

Seminario Maria Mater Eclesiae

Fuente: Seminario Maria Mater Eclesiae
Autor: P. Carlos Skertchly, L.C.

El Seminario “Maria Mater Ecclesiae” (SMME) es un centro de formación sacerdotal que nace en Brasil en respuesta a las diretrices marcadas por su santidad el Papa Juan Pablo II para colaborar con los obispos en la preparación de futuros formadores de sacerdotes. Está abierto a seminaristas diocesanos que, a criterio de su Ordinario, puedan en el futuro dedicarse a la delicada y fundamental tarea de formar ministros de la Iglesia de Cristo.


¿Qué formación ofrece?

Es necesario comprender que el Seminario “Maria Mater Ecclesiae” nació en una residencia universitaria como un simple pensionado eclesiástico, más sin un seminario para la formación integral de sacerdotes.

Formación espiritual. La oración personal y comunitaria, la vida sacramental, la búsqueda personal de la santidad bajo la tutela de un director espiritual cualificado, elementos indispensables en la vida de un ministro de Cristo, y aun más de un futuro formador, constituyen la parte central del programa del SMME.

Formación humana. Siendo el hombre la base sobre la cual el Espíritu Santo trabaja, el SMME ayuda a cada seminarista a incrementar todas las cualidades humanas, y a conseguir una personalidad madura, de acuerdo con su futura condición de ministro de Cristo. Esta tarea es favorecida por la convivência con aspirantes de diversas partes de Brasil, la proximidad de dos formadores y la vivencia motivada de disciplina personal y comunitaria.

Formación intelectual. Llamado a ser maestro de fe en medio de sus hermanos, el futuro sacerdote precisa adquirir una preparación intelectual sólida y estruturada. También el SMME ofrece orientación académica; e actividades complementarias en el campo de las ciencias sagradas, la comunicación, etc.

Formación pastoral. Todas las atividades de los seminaristas están orientadas a su futuro ministerio sacerdotal. El SIMME, promueve oportunidades para que los alumnos se ejerciten de modo prático en tareas pastorales, bajo la guía de párrocos experimentados, se les ofrece una adecuada capacitación en metodología pastoral, y se les organizan actividades de trabajo apostólico en las parroquias.


¿Cuáles son algunas de las características?

Espíritu Eclesial. La pedagogia formativa del SMME se inspira en un profundo espíritu de comunión eclesial. El seminarista se abre hacia el horizonte de la Iglesia universal, para volver a su Iglesia particular enriquecido y potenciado.

Auto-convicción. El sano equilibrio entre la disciplina y el espacio para la auto convicción favorece en cada seminarista la madurez integral, la formación de una conciencia recta, y el correto uso de la libertad para la práctica de la autenticidad y sinceridad.

Formación personalizada. La pedagogía del SMME es al mismo tiempo comunitaria y personalizada: ayuda a cada uno de acuerdo con su índole particular y con sus circunstancias personales, más, al mismo tiempo, la vida comunitaria constituye para todos un medio y un estímulo para conquistar una calificada formación integral.

Actitud de servicio. El SMME procura formar a sus alumnos para un futuro ministerio que se desarrollará en sus propias diócesis. Por tanto, promueve el respeto y la adhesión al obispo y un espíritu de colaboración con todo el presbiterio, para servir en la diócesis donde más se precise, y también, para colaborar en la formación de otros sacerdotes.


¿Quién puede formar parte del SMME?

El SMME, dirigido por miembros de la Congregación de los Legionarios de Cristo, está abierto a seminaristas que hayan concluido el segundo grado, y desean cursar el propedeutico.

Se acepta uno o dos seminaristas de cada diocesis.


¿Qué hacer para matricularse?

La solicitud de matricula debe ser enviada por el Ordinario del lugar, junto con los certificados de bautismo y confirmación, certificado de conclusión de educación media, una carta de recomendación del rector del seminario menor o mayor, y dos superiores, si pertence a una congregación religiosa o a un instituto de vida consagrada, certificado médico de estado de salud, en el cual consten las enfermedades hereditarias, en caso de que las hubiese.

Un poco de historia

El Seminario Mater Ecclesiæ de Brasil actualmente

Pedagogía y formación



Información acerca de matriculas y periodos de inscripción:

Seminario Maria Mater Ecclesiae

Rod. Pres. Dutra - Km 194
Estrada da Fazenda São Bento, 1211
07500-000 – Santa Isabel / SP
Tel. (11) 4654 3473 / 4654 3466

Email: simme@legionaries.org

Testimonios Vocacionales - Semana de las Vocaciones Chile 2008


Eleonor Dabire
Postulante
Congregación Inmaculada Concepción, Nuestra Señora de Lourdes
33 años, nacida en Bukina Faso, Africa

¿Cómo descubriste tu vocación y cómo la vives hoy?

Yo doy gracias al Señor por regalarme una familia cristiana.

Cuando tenía entre doce y trece años, iba con mi mamá a la Iglesia y a Misa. Algo me llamaba la atención, habían religiosas en mi parroquia, las Franciscanas Misioneras de María. Ellas trabajaban en la pastoral, en la catequesis con los niños y los jóvenes, y en las diferentes capillas. Allí sentí, en mi interior una sensación especial, y no sabía como explicar a mi mamá. No quería decirle esto a mi familia, por miedo, pero me cuestionaba, si yo también podría ser como ellas. Pero me dejé llevar por su testimonio en todo sentido, y sobre todo de que ellas dejaron su familia, su tierra para ir a otro país. Allí descubrí mi vocación de ser religiosa en una congregación, y como misionera. Creo que gracia a ellas sentí el llamado del Señor.

Hoy estoy en Chile para hacer mi formación a la vida religiosa. Me encuentro en el segundo año de postulantado. Para mí es un momento muy importante, este discernimiento no ha sido fácil, por el idioma, cultura y, costumbres tan diferentes a las mías. El tiempo de oración, y de encuentro fuerte con el Señor me ha ayudado a superar las dificultades. “Es Dios que nos llamó y eligió para llevar una vida más santa”. (Madre María Eugenia Ducombs, fundadora nuestra)

En este proceso de discernimiento, estoy haciendo pastoral con los niños de Kinder en nuestro colegio. Me siento bien con ellos, de poder hablarles de Dios, y de compartir con alegría mi experiencia de seguimiento al Señor.

Actualmente, estoy en formación en el Instituto de La Inmaculada Concepción de nuestra Señora de Lourdes en Peñaflor. Pronto entraré al noviciado

Testimonios Vocacionales - Semana de las Vocaciones Chile 2008

gnacio Parra
Misionero de la Sagrada Familia

¿Cómo nace mi vocación?

Mirar cómo nació mi vocación es sin duda darle una mirada a mi propia historia personal, es encontrar a lo largo de mi vida aquellos signos que se fueron presentando, muchos de los cuales recién hoy, al mirar hacia atrás, logro descubrir con claridad.

Me crié en una típica familia santiaguina, de clase media. Mis padres eran católicos, aunque no vivían su fe de una manera muy militante o practicante, más siempre nos educaron a mí y a mis hermanos de manera cristiana, y sobretodo en la fe. Con cariño recuerdo a mi madre tomando las manos pequeñas de mi hermanito tratando de que pueda hilar quizás un “Dios te salve maría…”

Es el nacimiento de este niño, Diego, el que vuelca a mi familia hacia una fe más comprometida y profunda, y quizás el puntapié inicial de mi vocación. Diego llegó al mundo con serios problemas cardíacos, que hacían incluso relevar a segundo plano el hecho de tener el síndrome de Down. Sin duda la fe en Cristo Jesús fue el sostén de la familia en tiempos difíciles y nos mantuvo unidos. Yo apenas era un niño de cinco años.

Desde allí mis padres se acercaron más a la vida “parroquial” y al tiempo recibí el sacramento de la comunión, junto con mi hermano mayor. Allí tomamos caminos distintos, mis padres cada día se comprometían más en servicios pastorales, mientras que con mi hermano, nos alejamos cada vez más de Dios. Llegué incluso en mi adolescencia a ser ateo, llevando un estilo de vida bastante acorde a ello.

Por seguir a mis amigos y quizás por conocer más chiquillas llegue a confirmación. Participando allí es donde mi vida cambió en ciento ochenta grados. Sobretodo el ver a personas como mis animadores juveniles, con tal coherencia entre lo que decían creer y su manera de vivir, me mostró que mi vida estaba cimentada en banalidades, y que había una manera de ver el mundo, la manera de Jesús, donde todo en realidad cobra sentido.

Me adentré a una vida de oración

Decidí trabajar para que más jóvenes tan desorientados y confundidos como yo, pudieran encontrar el Camino, la Verdad y la Vida. Y la manera más fácil de serlo fue tomando un servicio pastoral. Trabajé cinco años en mi parroquia dando lo mejor de mí para llevar la buena noticia a tantos y tantas jóvenes que con ansias se acercaron a conocer el camino de Jesús. Y fue allí cuando me di cuenta que “anunciar a Jesucristo es mi mayor alegría, encontrarlo yo mismo fue lo mejor que me ha pasado en la vida, y darlo a conocer a los demás es mi gozo”

¿Cómo vivo hoy mi vocación?

La vivo con valentía, y siendo fiel a mi gozo y mi alegría. Hoy soy un hermano seminarista, postulante a la congregación religiosa de los Misioneros de la Sagrada Familia. Por ello es que creí pertinente mencionar la importancia de mi familia, en toda mi vida de fe. Comprendo hoy la importancia de la familia en la sociedad, en la fe, mirando nuestra Iglesia como una sola gran familia en Cristo. He decidido consagrar mi vida a Él, poniéndome bajo el amparo de la Sagrada Familia de Nazareth, y mirando la misión como la fuente inagotable de mi alegría.

Alguien alguna vez me dijo “Si vas a arriesgar tu vida por alguien, que sea por Cristo” y es sin duda el camino valiente que he tomado. Quiero arriesgar mi vida por Él, entregarle mi juventud y mis fuerzas, mi ser completo. La vida religiosa me seduce, y Cristo Jesús me apasiona.

Hoy tengo 21 años, soy un joven como cualquier otro, sin duda que hay muchos otros jóvenes mejores que yo para seguir a Jesús, pero es en mí en quien se ha fijado el Señor, con todo lo que soy, en este loco amante de la música, el arte y el rock; aquel que como tantos llevaba una vida universitaria, normal, lleno de amigos, y que nunca le faltó una razón para celebrar o “carretear”. En ese joven, en mi se fijó el Señor para desde mi pequeñez ser signo de su grandeza.

Testimonios Vocacionales - Semana de las Vocaciones Chile 2008

Hna. Patricia Rojas Ibañez
Hermana Ministra de los Enfermos
De San Camilo

Soy la primera de dos hermanos, tuve la gracia de recibir formación cristiana, forjándose en mi deseos profundos de santidad, de compromiso eclesial y de testimonio en el mundo. Participe del Movimiento de la Legión de las Pequeñas Almas y en el año1992, los caminos de Dios me condujeron hasta el Hospital de la Pontificia Universidad Católica para hacer una estadía de perfeccionamiento en kinesiología cardio-respiratoria. Permanecí así ejerciendo la profesión, cuando en el año 1995 vi llegar 3 hermanas al hospital; al inicio, estuve distante; hasta al año siguiente me comenzó a llamar la atención la manera de ser de ellas, la participación en las Misas del hospital; comencé a establecer amistad con ellas y a preguntarme si yo no estaba llamada también a llevar una vida como ellas. Pude consultar con dos sacerdotes que me conocían y así, sintiéndome apoyada inicié mi camino de seguimiento a Jesús a través de una vida de consagración. Pude realizar mi formación en Italia y en Brasil. El 2 de Junio del año pasado realicé mi profesión perpetua y actualmente soy responsable de la Pastoral Vocacional de nuestra comunidad.

Testimonios Vocacionales - Semana de las Vocaciones Chile 2008

Claudia Liliana Alburquenque Figueroa
Hija de San José
Protectora de la Infancia.

Para mi, ha sido de mucha importancia volver a recordar cada paso, de mi vida buscando el hilo de mi vocación, pienso que esto ya estaba junto a mi desde antes que naciera, el Señor nos tiene destinados para continuar en nosotros la obra que el comenzó de amar y consolar.

Desde pequeña sentía dentro de mí como un imán que me llevaba a poner toda mi atención y fijar mi mirada sobre el más sufriente, mi deseo de ayudar y consolar al prójimo cada día se hacía más fuerte, fue así cómo en un lugar de vacaciones veía a religiosas y me llamaban la atención, cada domingo que asistía a misa con mi padre, quien fue el principal gestor de impulsarme en esta corriente católica, desde acá se formo la base de mi fe ,la cual he ido madurando a través de los años, comencé en cada misa que asistía a ver en las hojas información sobre congregaciones para hacer mi opción de vida, más de alguna vez soñé despierta con estar en misiones con el tercer mundo, donde acá se veía con mayor fuerza la presencia de Cristo, en los niños de Ruanda, en los cuales se veía el abandono ,el hambre y, el dolor.

Bueno, pasó el tiempo y no me decidía, fue así cómo un día llegue a trabajar en el hogar de niños de Talca, el cual pertenece a la congregación Hijas de San José, acá me pude dar cuenta cuanto sufrimiento había en seres tan inocentes como son los niños, que traían consigo tanta tristeza y dolor donde las hermanas de la congregación juegan un papel muy importante de ser familia, de entregar el calor humano y familiar que necesitan los niños, pasó el tiempo y yo cada vez me involucraba más con los niños, con sus problemas y sentimientos sentía que eso era lo que el Señor tenia preparado para mi, que no tenía para que ambicionar salir quizás al extranjero siendo que acá, en nuestra tierra hay también mucho dolor y sufrimiento, en esos momentos estaba pasando por una gran crisis en el sentido de enfermedad de mi padre y esto a la vez traía consigo muchas complicaciones, donde sentía cada vez más la presencia de Dios, El era en esos momentos quien me daba valor y fortaleza para seguir luchando, fue así como cierto día decidí hacer un cambio radical en mi vida, tomé esta gran decisión, de consagrar mi vida por completa a Cristo, en esta congregación, en la cual formo comunidad al igual cómo lo hizo Jesús en sus tiempos con los apóstoles, hoy en día me estoy preparando y viviendo cada minuto en la presencia de Dios, dejándome modelar, empapándome de su amor y de las grandes enseñanzas que nos dejó, para ser yo un testimonio de Cristo, para darlo a conocer a los más lo necesitan, a quienes aun no lo conocen. Continuando así la obra que un día nuestra fundadora comenzó, saciar y calmar el dolor del más desprotegido y desamparado.



Testimonios Vocacionales - Semana de las Vocaciones Chile 2008

Álvaro Mauricio Aedo González
Seminarista
Diócesis de San Bernardo

¿Cómo descubriste tu vocación?

Fue un proceso de discernimiento vocacional de cerca de un año. Que comenzó con la resolución de la pregunta ¿Qué quiere Cristo de mí?. En este proceso, apoyado por un director espiritual, fue fundamental la oración y la vida sacramental. Así partí, sin ningún prejuicio, dejando abierta la posibilidad a cualquier vocación, aunque debo reconocer que veía muy difícil lo del sacerdocio, pues nunca se me había pasado por la cabeza.

En este camino fui avanzando gradualmente, me pareció que podía servir desde mi carrera (derecho) en la vida consagrada o en algún movimiento eclesial. Eso estaba muy firme, pues a mí me acomodaba y gustaba mucho.

Pero, con el tiempo, fui sintiendo un fuerte atractivo por la vida sacerdotal. Por ejemplo, en lecturas espirituales, pasando cerca de alguna Iglesia o viendo algún sacerdote, sentía comúnmente un fuerte impulso a decir, sin explicación aparente: esto es lo que Dios quiere de mí.

Así el paso siguiente, fue ver bien de que se trataba esto, por lo que me acerqué a las jornadas vocacionales en el Seminario. Debo decir, que la primera vez que puse un pie ahí, fue como estar en casa, quedé maravillado, era como si por alguna extraña razón toda mi vida se hubiera ordenado a estar ahí. Esto se confirmó con el mayor conocimiento que tuve del sacerdocio, sobretodo en la vida diocesana.

Ahora bien, este proceso de discernimiento vocacional no hubo revelaciones o apariciones, sino que llegó un momento en que en la oración y meditación tomé todos los elementos que poseía (del presente y pasado), y logré divisar, ayudado por la gracia divina, que el Señor me pedía entrar aquí y en esta época. En otras palabras se fue formando una certeza moral.

En conclusión, mi proceso de discernimiento vocacional se resume en tener muy claro que nuestras vidas deben caminar al paso de Dios, dejando que Él vaya mostrando el camino, anteponiendo su voluntad a la mía, recordando que “los pensamientos de Dios no son los de los hombres”. Esto se alcanza con una firme disposición de encontrar a Cristo en la oración, en la vida sacramental y, en la vida de la Iglesia. Y pedir la gracia, para decir que sí, a pesar de todos los “pero...”, que siempre habrá.



miércoles, 9 de abril de 2008

Misioneros Oblatos de María Inmaculada, Jóvenes

Misioneros Oblatos de María Inmaculada, Jóvenes

Fuente:
Autor: Gonzalo Ecija


Somos jóvenes de Málag, Madrid, Oviedo, Jaen, Badajoz en España, y jovenes de Argentina, Uruguay, Venezuela, Paraguay y Chile, que pertenecemos a los “Grupos de vida” de los Misioneros Oblatos. El objetivo que buscamos es tener un encuentro personal con Cristo, viviendo comunitariamente nuestra fe, en sintonía con el espíritu oblato.

Nuestro estilo de vida, intenta aproximarse al de las primeras comunidades, reflejadas en Hechos de los Apóstoles (2,42-47).

Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones. El temor se apoderaba de todos, pues los apóstoles realizaban muchos prodigios y señales. Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno. Acudían al templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo. El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que habían de salvar. (Hch. 2,42-47)

En reuniones semanales, compartimos nuestras vivencias en torno a la oración, la vivencia del Evangelio, la asiduidad a los Sacramentos, el compromiso evangelizador en los centros donde estudiamos o los lugares de trabajo, en la familia, entre los amigos y en el barrio.

Cuando se lleva un caminar de tres o cuatro años aproximadamente en los grupos y con la edad aproximada de 18 años, se nos presenta la posibilidad de dar el paso hacia una comunidad cristiana, en la que nos comprometemos a vivir nuestra fe en una comunidad cristiana. Nuestras comunidades se alimentan de la espiritualidad de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada a través de unas Constituciones, que tienen su origen en las propias Constituciones de los Oblatos. El ritmo de reunión de las comunidades es el siguiente: dos reuniones al mes se dedican a la revisión de vida cristiana, otra a la formación y otra a una celebración de la fe.

Tanto en los grupos de vida como en las comunidades hay seis aspectos indispensables, son las seis “eses”:


Santidad: Participar en el grupo de vida viviendo en gracia de Dios.
Sinceridad: Todo lo que dice uno ha de brotar de la sinceridad.
Seriedad: Al grupo se va a compartir la vida, y eso requiere seriedad por parte de los demás para escuchar, no interrumpir, no bromear fuera de momento.
Secreto: La mayoría de las cosas que se dicen en la reunión pueden comentarse fuera del grupo; sin embargo hay algunas que se dicen en el grupo y han de quedarse en él, porque se refieren a la intimidad de las personas.
Seguimiento: De cara a la reunión hay que ser exigentes en la asistencia. El seguimiento se refiere también a la preocupación por los demás miembros del grupo. El grupo no se limita al momento de la reunión, fuera de la reunión es preciso mantener el contacto.
Sentido de Iglesia: No cerrarse al propio grupo, sino mantener la relación con otros grupos de la parroquia. Estar abiertos a otros jóvenes que quieren formar parte del grupo. Participar en encuentros generales de grupos, de la parroquia, de la diócesis. Estar en comunión con los sacerdotes y los APJs, éstos son los animadores de los grupos y comunidades.

Además de unas primeras convivencias, cada año se tienen: Convivencias de profundización (formación permanente), campamento de verano, cursos de formación y un encuentro nacional de grupos de vida y comunidades.
Visita su página oficial

Congregacion - Hijas de la Cruz

Hijas de la Cruz

Fuente: http://www.hijasdelacruz.org.ar
Autor: .

Hermanas Hijas de la Cruz, Congregación de origen francés radicada en la Argentina desde 1904.

Fundada por Santa Juana Isabel Bichier des Ages y por San Andrés Huberto Fournet

Jesús es la luz del mundo. Por la cruz entró en la Gloria del Padre.

Mediante esta luz, hemos reconocido la llamada para seguirle y hemos elegido el Instituto de las Hijas de la Cruz para realizar en plenitud nuestra vocación bautismal, en comunidad y en Iglesia.

El fin de nuestro Instituto es representar la vida de Nuestro Señor y la sencillez de su evangelio por su espíritu, sus costumbres y sus obras.

Llevamos el nombre de Hijas de la Cruz que significa para nosotras nuestro enraizamiento en el misterio de Cristo y debe inspirar toda nuestra vida.

Actualmente estamos en:

Francia, Italia, España, Canadá, África, Brasil, Uruguay y Argentina

Visita nuestra página web en: www.hijasdelacruz.org.ar

Congregacion - Compañía Hijas de la Caridad

Compañía Hijas de la Caridad

Fuente: filles-de-la-charite.org
Autor: n/a


Fundadores de las Hijas de la Caridad

San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac fundaron la Compañía conocida en la Iglesia con el nombre de: Compañía de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, Siervas de los Pobres.


San Vicente de Paul

San Vicente, sacerdote francés de origen humilde, nació el 24 de abril de 1581 en Pouy hoy St. Vincent de Paul, cerca de Dax, en Las Landas, fue el tercero de los seis hijos de Jean Paul DePaul y Beltranda de Moras.

Sus padres, viendo que tenía dotes para el estudio, deciden enviarle a estudiar a los recoletos de Dax para ser sacerdote. Después seguirá sus estudios en la universidad de Toulouse y es ordenado sacerdote en septiembre de 1600 en Periguex.

Para San Vicente ser sacerdote significaba escapar de la pobreza de su familia a una vida más fácil de clérigo. Sus primeros diez años de sacerdote los pasó disfrutando de su nuevo confort y privilegios. Después poco a poco el Señor le conducirá hacia otras metas. Se realizó en él un gran cambio y dedicó el resto de su vida al servicio de los pobres.

Dos terribles experiencias le van despojando de sus deseos de grandeza, la primera al ser acusado injustamente de ladrón, experimenta el dolor de la injusticia, pero no se defiende, más tarde se aclarará quien es el culpable.

Después encuentra en su camino un teólogo que padece tentaciones contra la fe hasta el punto de pensar en suicidarse. San Vicente se compadece, pide por él y se ofrece a Dios para sufrir esta prueba, Dios le coge la palabra y alrededor de tres años tiene grandes tentaciones contra la fe , pero él ora, medita, busca y al fin el Señor le libera y encuentra el verdadero sentido de su sacerdocio. Para imitar mejor al Señor hace el propósito de entregar toda su vida, por amor de Dios, al servicio de los pobres.

El 20 de agosto de 1617, Vicente es párroco de Chatillón-les- Dombes (hoy Chatillón-sur-Chalaronne), le comunican que una familia enferma se muere de hambre. Numerosas personas, movidas por las palabras de San Vicente van a socorrerla. Ese día tienen mucho, pero ¿y al día siguiente? Vicente descubre la miseria material y la necesidad de organización para aliviarla. Pone manos a la obra y organiza una Asociación para la ayuda de los pobres enfermos a domicilio. El 8 de Diciembre se erige solemnemente en la capilla del hospital la primera Cofradía de la Caridad. Este es el comienzo del estilo Vicenciano de la Caridad. Hoy es la AIC (Asociación Internacional de Caridades).

A las Cofradías de Voluntarias pertenecían las nobles y burguesas que aportaban el dinero para los pobres. Para hacer los trabajos burdos pagaban a unas jóvenes asalariadas que atendían a los enfermos y les llevaban la comida y las medicinas. San Vicente ve la necesidad de que ese trabajo lo hagan jóvenes sencillas del campo que desean entregarse a Dios por amor para el servicio de los pobres.

San Vicente descubrió la miseria material y espiritual de su tiempo, y consagró su vida al servicio y a la evangelización de los pobres, a quienes llama "nuestros Amos y Señores"


Santa Luisa de Marillac

Santa Luisa de Marillac, nació en París el 12 de agosto de 1591, viuda perteneciente a la alta nobleza francesa, mujer de cultura superior a la de las mujeres de su tiempo fue la gran colaboradora de San Vicente durante 35 años.

De Luisa no se sabe quiénes fueron sus padres; tan sólo que era hija natural de algún o alguna Marillac. Desde muy pequeña, sólo unos meses, fue educada por las religiosas Dominicas de Poissy donde recibió una exquisita educación, superior a la mayoría de las jóvenes de su tiempo y más tarde vivió en una residencia para señoritas en París.

En este ambiente hizo voto de ser religiosa y, a los 21 años, pidió ser capuchina, el Padre Provincial influenciado por Miguel de Marillac que necesitaba para su política que una Marillac se casara con el secretario de la Reina, María de Médicis.

Casaron a Luisa con Antonio Le Gras, secretario de la Reina Madre, según Luisa hombre bueno y piadoso. Tuvieron un hijo, Miguel, y fueron felices unos años hasta que él cayó enfermo.

En 1625, a la muerte de su marido, Luisa se encuentra con Vicente de Paúl, que la anima a trabajar por los pobres y la envía por los pueblos a visitar y organizar las “Caridades” y a crear escuelas de niñas (1629).

En adelante Luisa de Marillac queda identificada con la nueva Compañía: superiora y formadora de mujeres que venían de los pueblos sin cultura, pero con un deseo enorme de servir a Dios en los pobres. Las formaba en lo espiritual (el catecismo y la oración), en lo profesional (servir a los pobres) en humildad sencillez y caridad , que era su espíritu, y en lo humano (a muchas a leer y a escribir), y a todas a convivir en comunidad.

Vicente y Luisa dirigieron juntos las Cofradías de la Caridad y las Hijas de la Caridad. Juntos descubrieron las llamadas de los más pobres y desheredados de su tiempo. Eran muy diferentes, pero su colaboración es un buen testimonio de lo que pueden hacer un hombre y una mujer animados de un profundo amor a Dios y al prójimo.

Una misma y única pasión animó a Vicente y Luisa:

Jesucristo y los Pobres;

Jesucristo en los Pobres y

Los Pobres en Jesucristo


San Vicente es considerado padre de los pobres y ha sido proclamado Patrón universal de las obras caritativas cristianas.

Santa Luisa fue proclamada por Juan XXIII, en 1960, patrona de las Obras Sociales Cristianas.


Sus sucesores

Desde su origen la Compañía de las Hijas de la Caridad ha querido estar bajo la autoridad del Superior General de la Congregación de la Misión, sucesor de San Vicente de Paúl.

Las Hijas de la Caridad ven en el Superior General al representante de Dios, que les ayuda a mantenerse en su espíritu propio y a cumplir su misión en la Iglesia.

El P. Robert P. Maloney fue elegido para un segundo mandato de 6 años en la Asamblea General de la Congregación de la Misión en Roma en 1998. En seguimiento de Santa Luisa, la Superiora General ejerce su autoridad de modo que exprese a las Hermanas la caridad con que Dios les ama.

En actitud de servicio, la Superiora General vela por que se mantenga la unidad dentro de la fidelidad al espíritu propio y la obediencia al Superior General y a la Iglesia.

La Madre Evelyne Franc fue elegida para un mandato de 6 años en la Asamblea General de 2003 en París.



Orígenes de la Compañía


Los comienzos de la Compañía fueron a la vez sencillos e inesperados, como decía San Vicente a las Hermanas:"Quien hubiera pensado que habría Hijas de la Caridad?.. Yo no pensaba en ello... Dios lo pensaba por vosotras..." (S.V. 14.6.1643, Sig, IX/p. 120; C. y CEME, n. 186.

Nacimos para dar respuesta a las múltiples necesidades de los innumerables pobres que existían en Francia en el siglo XVII.



San Vicente ya había fundado la Congregación de la Misión (1617) y las Cofradías de la Caridad en Chatillón les Dombes (1625), hoy Chatillón sur Chalaronne.

Las primeras voluntarias de las Cofradías en los pueblos, fueron mujeres acostumbradas a realizar trabajos duros desde su infancia. En París, fueron las señoras, con frecuencia de alto rango, quienes se adhirieron a las Cofradías. Pero éstas, al tener que compartir el tiempo entre el servicio de la Cofradía y las exigencias de su familia y de su vida social, llegaron a descuidar el servicio de los pobres.

Para hacer frente a la miseria, se necesitaban mujeres de los pueblos y del campo, que amaran a los pobres y que estuvieran totalmente disponibles y dispuestas a realizar las tareas más humildes, que no eran propias de las “personas de alta condición”:


Como preparar una comida, cuidar a un enfermo, barrer una buhardilla

Durante una misión predicada por San Vicente, Margarita Naseau, joven pastora autodidacta, natural de Suresnes, le oye explicar su proyecto: enviar jóvenes voluntarias para atender a los pobres y decide entregarse al servicio de los pobres.

Ella le sugiere a San Vicente reorganizar las Caridades, haciendo una sección con jóvenes pobres que solo podían aportar su trabajo: harían las labores pesadas y serían las sirvientas de los pobres sin recibir remuneración alguna.

San Vicente vio bien la idea, conoce por entonces a Luisa de Marillac y la asocia a su obra benéfica. Vinieron más jóvenes y Luisa se encargó de prepararlas. Margarita llega a Paris en 1630 y San Vicente se la confía a Louise para formarla en el servicio de los pobres en compañía de otras jóvenes que trabajaban en diversas cofradías.
Pasados tres años, el 29 de noviembre de 1633 los dos santos reconstruyeron el grupo y, a las que quisieron, las agruparon en una sección especial de las Voluntarias de la Caridad. Vivirían en comunidad fraterna su ideal, bajo la dirección de una superiora, serían célibes y lo poco que recibían para alimentarse y vestirse lo pondrían en común, ellas constituirán el nuevo Instituto:


La Compañía de las Hijas de la Caridad

La novedad del grupo de Luisa de Marillac era causa de extrañeza:

El primer Instituto cuyos miembros, mujeres, no claustradas, no religiosas, sin votos, van a servir a los pobres a domicilio. Una verdadera revolución para la noción de las religiosas de la época.

Las autoridades civiles y religiosas les encomendaron establecimientos de niños abandonados, las terribles cárceles de los galeotes, los enfermos mentales y las residencias de ancianos.

Las Hermanas no necesitaban estar encerradas en el convento para adquirir la santidad personal, iban por las calles para cuidar a los pobres en sus casas.

A los siete meses eran ya doce. Luisa escribió un Reglamento que el Sr Vicente, su Superior, les explicaba.

Jamas se había conocido a religiosas -como parecían serlo- que no estuvieran en clausura, que iban a servir a los pobres en sus casas y que no hacían votos públicos (desde 1642 las Hijas de la Caridad hacen votos privados renovándolos cada año) y se vestían como las jóvenes de los pueblos de los alrededores de París.

Las primeras Hermanas se ocuparon en primer lugar de los pobres enfermos en sus casas, en los pueblos y ciudades, después, según fueron surgiendo las necesidades, de los enfermos en los hospitales, de la instrucción de las niñas, de los niños abandonados, de los galeotes, de los soldados heridos, de los refugiados, de los ancianos, de los dementes, y otros...

El 18 de enero de 1655 la Compañía es aprobada por el Cardenal de Retz, arzobispo de París, y el 8 de junio de 1668 recibe la aprobación pontificia del Papa Clemente IX.


Contemplación y acción apostólica

Nuestra acción apostólica se nutre de contemplación, a ejemplo del Hijo de Dios que, íntimamente unido a su Padre, se retiraba con frecuencia para orar.

Como Hijas de la Iglesia, expresamos nuestra fe unidas a Ella y la celebramos en la liturgia, eje de nuestra vida espiritual.

En torno a la Eucaristía, centro de nuestra vida y misión, se realiza todos los días nuestra asamblea principal. En ella somos "instruidas por la Palabra de Dios, fortalecidas en la mesa del Cuerpo del Señor, damos gracias a Dios". (C 2.12)




Uno de los tiempos fuertes de nuestra jornada es la oración, contemplación desinteresada, escucha del Señor, búsqueda de su voluntad, donde le presentamos la vida y las necesidades del mundo.

La oración en común forma parte integrante de la vida y testimonio evangélico, la Fe es referencia a Alguien Cercano, en cuyo nombre los cristianos nos reunimos.

La liturgia de las horas de la mañana y de la tarde congrega a la Comunidad local para la oración del Pueblo de Dios.

En la alabanza de Dios, la atención a su Palabra, la súplica, no obramos sólo en nombre propio, sino que somos portadoras de los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias de toda la humanidad.


Entregadas a Dios para el servicio de los pobres

En ese fin encontramos la unidad de vida.

Nuestras Reglas Comunes definen así el fin de la Compañía:

"El fin para el que Dios ha llamado y reunido a las Hijas de la Caridad es para honrar a Nuestro Señor Jesucristo como fuente y modelo de toda Caridad, sirviéndole corporal y espiritualmente en la persona de los Pobres" (Reglas I,1).

"En una mirada de Fe, ven a Cristo en los Pobres y a los Pobres en Cristo y se esfuerzan por servirle en sus miembros doliente «con dulzura, compasión, cordialidad, respeto y devoción". (San Vicente 11-11-1657, X, 331) (Constitutions 1.3).

"Del Hijo de Dios aprenden las Hijas de la Caridad que no hay miseria alguna que puedan considerar como extraña a ellas… múltiples son las formas de pobreza, múltiples también las formas de servicio…” (Constituciones 1.8).

l sello de la Compañía representa un corazón rodeado de llamas en el que destaca un Crucifijo con esta leyenda: Desde el comienzo San Vicente y Santa Luisa enviaron a las Hermanas al encuentro con los Pobres.

San Vicente decía:

"Tenéis una vocación que os obliga a asistir indistintamente a toda suerte de personas: hombres, mujeres y niños, y en general, a todos los Pobres que os necesitan." (Sígueme XII/2, p.1010)

Y a Hermanas enviadas a Provincias:

"Si el Sr. Obispo... os pregunta qué sois, si sois religiosas, le responderéis que sois pobres Hijas de la Caridad que os habéis dado a Dios para el servicio de los Pobres" (Conferencias 22-10-1650, San Vicente IX; pág. 533). Las Hermanas comenzaron a:

- cuidar a los enfermos en sus domicilios, por ciudades y aldeas;

- cuidarlos en los hospitalesa medida que iban surgiendo las necesidades,

- hacerse cargo de las niñas en las escuelas,

- de los galeotes

- de los soldados heridos

- de los refugiados,

- de los ancianos,

- de los dementes y otros

conservando la movilidad necesaria viviendo en medio de aquellos a quienes servían.

Hoy, continuamos realizando los servicios que responden a las pobrezas de siempre, presentes también en nuestros días, a ellos se añaden las respuestas a las pobrezas que presentan nuevos rostros:

- la droga y sus secuelas,

- los enfermos de sida,

- los encarcelados,

- las graves consecuencias de la destrucción de la familia: mujeres maltratadas, niños y jóvenes en dificultad;

- el paro y sus repercusiones;

- las catástrofes;

- las guerras;

- los refugiados;

- los desplazados.

La llamada que oyeron las primeras Hermanas sigue suscitando y reuniendo a través del mundo a las Hijas de la Caridad.

miércoles, 16 de enero de 2008

La Llamada de Dios/ Lumen Dei

La Llamada de Dios
El hombre ha sido llamado por Dios para grandes designios. Desea confiarle una misión de elevada y eterna trascendencia. De la respuesta que el hombre dé a Dios depende todo el sentido de su vida y la salvación de muchas almas. Esto es en su sentido más profundo la vocación: una respuesta generosa, incondicional, ilimitada al destino que Dios nos da.

Cuando un joven se empieza a preguntar si Dios le llama, esa misma inquietud interior suele ser la señal que Dios usa para llamarle. A veces en la vida de algunos santos, Dios llama con mucha fuerza y es muy difícil desoír su llamada. Pensemos en San Pablo, por ejemplo. Pero otras veces la llamada es un susurro muy suave, casi imperceptible, que se puede apagar por completo con el ruido del mundo si no se es fiel a la gracia.

Hay muchas personas que sintieron en su momento la llamada del Señor, pero no tuvieron valor para decir SÍ en ese momento y luego esa llamada se apagó y su vida siguió otros derroteros… más cómodos quizá… pero eso no quiere decir que no tuvieron vocación…. Simplemente fueron llamados, pero no respondieron.

Te ofrecemos un sencillo test que te puede servir de referencia para saber si tú realmente tienes vocación.

No lo rechaces de antemano. Haz la prueba. Pide luz al Espíritu Santo y reflexiona seriamente estos puntos:

1. ¿Se te ha ocurrido alguna vez consagrar tu vida por completo a Dios?

2. Este deseo, ¿ha sido por motivos sobrenaturales, como el amor y el servicio de Cristo, el bien de las almas y tu propia santificación?

3. Aunque la realización de este ideal suponga renuncias y sacrificios, ¿crees que con la ayuda de Dios, serías capaz de ello?

4. ¿Te ilusiona consagrar tu vida al mayor ideal que se puede vivir en este mundo?

5. En la hora de la muerte, ¿cómo te gustaría haber vivido?

6. ¿Has pensado en vivir ayudando a los demás?

Los religiosos, sacerdotes, misioneros… desarrollan en el mundo de hoy trabajos importantísimos. Sin ellos, millones de personas quedarían abandonadas a su suerte. Con ellos, tiene vida y esperanza porque, como es sabido, los religiosos llegan hasta el martirio por defender y estar al lado de aquellos a quienes aman.

Te invitamos a conocer nuestras misiones, ponte en contacto con nosotros.

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domingo, 13 de enero de 2008

Jóvenes amaestrados

Jóvenes amaestrados

Fuente: interrogantes.net
Autor: José Miguel Ceja

Existen murmuraciones que recurren con frecuencia a lugares comunes y uno de ellos es que la Iglesia o sus instituciones "captan niños". Estas acusaciones se oyeron ya en los albores del Cristianismo contra los primeros cristianos, a los que se acusaba de pertenecer a una secta que atentaba contra los intereses del Estado. Las Actas de los Mártires recogen testimonios emocionantes de la fidelidad de esos jóvenes y de esos niños. Entre los mártires de Lyon sobresalen una joven, Blandina, que soportó horribles tormentos y un chico de quince años, Póntice. Y como estos hay muchos otros. En la persecución de Septimio Severo murieron tres jóvenes, Saturo, Saturnino y Revocato.

–"No te obstines, joven, sacrifica", increpaba el Magistrado a Saturo. –No lo haré. –Y tú, muchacho –decía dirigiéndose a Saturnino–, sacrifica si quieres vivir. –No me está permitido: soy cristiano. –Tú –dijo entonces a Revocato–, veo que me vas a decir lo mismo. –Lo mismo –respondió– por el amor de Dios".

El gobernador que interrogaba a Andrónico, un joven "de las mejores familias de Efeso", que murió mártir durante la persecución de Diocleciano, intentó convencerle de mil maneras, pero todo fue vano. Al fin estalló:

–Tu juventud cree que podrá desafiarme; pero te prevengo que te esperan grandes tormentos.

–Te parezco joven en años –contestó Andrónico– pero mi alma está madura y dispuesta a todo."

Acusaciones similares se han seguido escuchando a lo largo de la historia: "En los siglos pasados –declaraba el Cardenal Hoeffner– se atacó duramente a los jesuitas, prácticamente con las mismas armas que se emplean ahora contra el Opus Dei. Como ejemplo, puedo citar algunas acusaciones publicadas por H. Meurer en 1881 que dicen "que los niños y jóvenes son ’amaestrados’ en las instituciones educativas de los jesuitas; que los Estatutos ’mantenidos secretos inicialmente’ de la Compañía de Jesús exigen una obediencia ciega... Y se pregunta: ’¿Cómo es posible que la Compañía de Jesús encuentre el número suficiente de novicios, que estén dispuestos a someterse a denigraciones de ese tipo...?’"

Sin embargo, a pesar de su virulencia, todos estos juegos de artificio de la denigración suelen tener escaso eco entre la juventud. Los jóvenes entienden que si no experimentan algún ataque, si no vencen alguna dificultad en su entrega, si no sufren la calumnia, aquello no puede ser de Dios, que había dicho: "Como a mí me han perseguido, así también os perseguirán a vosotros" (Jn 15, 20). Y la respuesta, cuando se les propone un ideal alto, aunque sea duro y exigente, es generosa. Teresa de Calcuta habla así de la vocación a sus jóvenes monjas, a las que pide un régimen de vida muy sacrificado y generoso: "Jesús dijo: te he elegido, te he llamado por tu nombre. Eres mía. Es preciso decir sí cada día. Entregarse totalmente. Estar donde El quiera que estés. Si te arrojan a la calle, si te quitan todo y de repente te encuentras en la calle, has de aceptar tu situación en ese momento. No debes ir voluntariamente a la calle, sino aceptar que te pongan allí: es muy distinto. Si Dios quiere que estés en un palacio, bien: has de aceptar el hecho de estar en un palacio, mientras no elijas estar en el palacio: ésa es la diferencia. Esa es la gran diferencia: la sumisión total: aceptar lo que El quiera dar y lo que El quiera llevarse con una gran sonrisa. Esa es la entrega a Dios: aceptar que te corten en trocitos y que cada trocito le siga perteneciendo únicamente a El. Esa es la entrega: aceptar a la gente que venga a ti y el trabajo que te surja hacer. Puede que hoy comas bien y mañana no tengas qué comer. No hay agua en la bomba y lo aceptamos. Hay que dar todo lo que El nos pida. Si se lleva tu buen nombre, tu salud, lo que quiera, sí: ésa es la entrega. Y entonces serás libre".

José Miguel Cejas, "La vocación de los hijos", Folletos MC

Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul

Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul

Fuente:
Autor: Antonio Modernell Mateus

La puerta de metal es un muro infranqueable hasta las 12:00 horas. Cerca de 300 personas cuentan los minutos. Esperan que el límite corredizo se desplace sobre el eje de ruedas y la voz femenina les dé luz verde para entrar.

Sucede cada lunes y jueves, a la misma hora. Para ellos y ellas, los indigentes que forman fila sobre la calle Bolívar ante la puerta del Convento de San Carlos, el portón que se abre es la señal de que por lo menos ese día tendrán un almuerzo seguro.

En el interior, las postulantes y las monjas de la orden de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul multiplican sus esfuerzos. Es lunes y en la cocina hay siete jóvenes en la labor. Dan los últimos toques a una sopa de pollo con verduras que alimentará a cargadores de los mercados de la zona, a desempleados, a madres con filas de niños con hambre, a mendigos, a alcohólicos, a ancianos abandonados...

Cuando se despeja la entrada, desfila bajo el umbral un tropel de personas vestidas pobremente. Una religiosa los hace entrar por turnos. Así, los cinco primeros entran encabezados por un anciano, vestido con un terno celeste, desgastado, arregla su cabello con una peinilla de plástico, mientras repite las oraciones y asiente ante las palabras de otra religiosa.

El programa "Sopa Solidaria" nació hace un año, explica Sor Carmen Patiño, superiora del Convento. Es parte de los planes de asistencia social que esta orden lleva adelante en hospitales, albergues, ancianatos. "Los lunes y los jueves, les damos un plato y un pan a alrededor de 300 personas muy pobres".

¿El menú? "Depende. Si ese día alguien nos trae verduras, será sopa de legumbres. Sin nos dan fideos, será de fideos. Gracias a Dios, hasta ahora ni un solo día ha faltado la carne". Sí han faltado raciones para los que quieren. un segundo plato. "Cuando ha venido más gente, nos ha tocado mandar a traer la sopa del almuerzo del convento".

La primera vez, hace un año, llegaron 40 personas, recuerda Piedad Muñoz de Mena, una de las voluntarias del grupo Medalla Milagrosa, que coordina el programa. Las alacenas se nutren de donaciones regulares y esporádicas. "Una marisquería aporta todas las semanas. Otro señor que una vez pasó y vio a la gente esperando, regala arroz. Alguien que una vez leyó sobre el programa, nos mandó 500 dólares", dice Patiño.

El Jueves Santo, hubo fanesca. "No tenía todo, pero sí un montón de habas, que le gané en una apuesta a una hermana que tiene familia en el campo". En otra ocasión, alguien que creía que un dinero que obtuvo "era del demonio", decidió donarlo al programa. "Traiga no más, de quién quiera que sea", fue la respuesta de la madre.

Los beneficiarios son agradecidos. "Dios le pague", "Dios le multiplique", "Dios le dé más": las fórmulas para reconocer la labor de las religiosas son incontables. Sacarse el sombrero y sonreír en silencio es la más sencilla.

Hermanas de la Caridad
hdlcecua@uio.satnet.net
teléfono: 2282996
Dirección: Calle Bolívar 642,
Quito, Ecuador

Nuevamente Actualizamos

despues de unos días sin actualizaciones volvemos, la falta de actualizacion se debe a que me encontraba trabajando en colonias urbanas salesianas en chile. ahora voy a poner un poco más al día los post vocacionales.

bueno eso saludos a todos