miércoles, 16 de enero de 2008

La Llamada de Dios/ Lumen Dei

La Llamada de Dios
El hombre ha sido llamado por Dios para grandes designios. Desea confiarle una misión de elevada y eterna trascendencia. De la respuesta que el hombre dé a Dios depende todo el sentido de su vida y la salvación de muchas almas. Esto es en su sentido más profundo la vocación: una respuesta generosa, incondicional, ilimitada al destino que Dios nos da.

Cuando un joven se empieza a preguntar si Dios le llama, esa misma inquietud interior suele ser la señal que Dios usa para llamarle. A veces en la vida de algunos santos, Dios llama con mucha fuerza y es muy difícil desoír su llamada. Pensemos en San Pablo, por ejemplo. Pero otras veces la llamada es un susurro muy suave, casi imperceptible, que se puede apagar por completo con el ruido del mundo si no se es fiel a la gracia.

Hay muchas personas que sintieron en su momento la llamada del Señor, pero no tuvieron valor para decir SÍ en ese momento y luego esa llamada se apagó y su vida siguió otros derroteros… más cómodos quizá… pero eso no quiere decir que no tuvieron vocación…. Simplemente fueron llamados, pero no respondieron.

Te ofrecemos un sencillo test que te puede servir de referencia para saber si tú realmente tienes vocación.

No lo rechaces de antemano. Haz la prueba. Pide luz al Espíritu Santo y reflexiona seriamente estos puntos:

1. ¿Se te ha ocurrido alguna vez consagrar tu vida por completo a Dios?

2. Este deseo, ¿ha sido por motivos sobrenaturales, como el amor y el servicio de Cristo, el bien de las almas y tu propia santificación?

3. Aunque la realización de este ideal suponga renuncias y sacrificios, ¿crees que con la ayuda de Dios, serías capaz de ello?

4. ¿Te ilusiona consagrar tu vida al mayor ideal que se puede vivir en este mundo?

5. En la hora de la muerte, ¿cómo te gustaría haber vivido?

6. ¿Has pensado en vivir ayudando a los demás?

Los religiosos, sacerdotes, misioneros… desarrollan en el mundo de hoy trabajos importantísimos. Sin ellos, millones de personas quedarían abandonadas a su suerte. Con ellos, tiene vida y esperanza porque, como es sabido, los religiosos llegan hasta el martirio por defender y estar al lado de aquellos a quienes aman.

Te invitamos a conocer nuestras misiones, ponte en contacto con nosotros.

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domingo, 13 de enero de 2008

Jóvenes amaestrados

Jóvenes amaestrados

Fuente: interrogantes.net
Autor: José Miguel Ceja

Existen murmuraciones que recurren con frecuencia a lugares comunes y uno de ellos es que la Iglesia o sus instituciones "captan niños". Estas acusaciones se oyeron ya en los albores del Cristianismo contra los primeros cristianos, a los que se acusaba de pertenecer a una secta que atentaba contra los intereses del Estado. Las Actas de los Mártires recogen testimonios emocionantes de la fidelidad de esos jóvenes y de esos niños. Entre los mártires de Lyon sobresalen una joven, Blandina, que soportó horribles tormentos y un chico de quince años, Póntice. Y como estos hay muchos otros. En la persecución de Septimio Severo murieron tres jóvenes, Saturo, Saturnino y Revocato.

–"No te obstines, joven, sacrifica", increpaba el Magistrado a Saturo. –No lo haré. –Y tú, muchacho –decía dirigiéndose a Saturnino–, sacrifica si quieres vivir. –No me está permitido: soy cristiano. –Tú –dijo entonces a Revocato–, veo que me vas a decir lo mismo. –Lo mismo –respondió– por el amor de Dios".

El gobernador que interrogaba a Andrónico, un joven "de las mejores familias de Efeso", que murió mártir durante la persecución de Diocleciano, intentó convencerle de mil maneras, pero todo fue vano. Al fin estalló:

–Tu juventud cree que podrá desafiarme; pero te prevengo que te esperan grandes tormentos.

–Te parezco joven en años –contestó Andrónico– pero mi alma está madura y dispuesta a todo."

Acusaciones similares se han seguido escuchando a lo largo de la historia: "En los siglos pasados –declaraba el Cardenal Hoeffner– se atacó duramente a los jesuitas, prácticamente con las mismas armas que se emplean ahora contra el Opus Dei. Como ejemplo, puedo citar algunas acusaciones publicadas por H. Meurer en 1881 que dicen "que los niños y jóvenes son ’amaestrados’ en las instituciones educativas de los jesuitas; que los Estatutos ’mantenidos secretos inicialmente’ de la Compañía de Jesús exigen una obediencia ciega... Y se pregunta: ’¿Cómo es posible que la Compañía de Jesús encuentre el número suficiente de novicios, que estén dispuestos a someterse a denigraciones de ese tipo...?’"

Sin embargo, a pesar de su virulencia, todos estos juegos de artificio de la denigración suelen tener escaso eco entre la juventud. Los jóvenes entienden que si no experimentan algún ataque, si no vencen alguna dificultad en su entrega, si no sufren la calumnia, aquello no puede ser de Dios, que había dicho: "Como a mí me han perseguido, así también os perseguirán a vosotros" (Jn 15, 20). Y la respuesta, cuando se les propone un ideal alto, aunque sea duro y exigente, es generosa. Teresa de Calcuta habla así de la vocación a sus jóvenes monjas, a las que pide un régimen de vida muy sacrificado y generoso: "Jesús dijo: te he elegido, te he llamado por tu nombre. Eres mía. Es preciso decir sí cada día. Entregarse totalmente. Estar donde El quiera que estés. Si te arrojan a la calle, si te quitan todo y de repente te encuentras en la calle, has de aceptar tu situación en ese momento. No debes ir voluntariamente a la calle, sino aceptar que te pongan allí: es muy distinto. Si Dios quiere que estés en un palacio, bien: has de aceptar el hecho de estar en un palacio, mientras no elijas estar en el palacio: ésa es la diferencia. Esa es la gran diferencia: la sumisión total: aceptar lo que El quiera dar y lo que El quiera llevarse con una gran sonrisa. Esa es la entrega a Dios: aceptar que te corten en trocitos y que cada trocito le siga perteneciendo únicamente a El. Esa es la entrega: aceptar a la gente que venga a ti y el trabajo que te surja hacer. Puede que hoy comas bien y mañana no tengas qué comer. No hay agua en la bomba y lo aceptamos. Hay que dar todo lo que El nos pida. Si se lleva tu buen nombre, tu salud, lo que quiera, sí: ésa es la entrega. Y entonces serás libre".

José Miguel Cejas, "La vocación de los hijos", Folletos MC

Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul

Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul

Fuente:
Autor: Antonio Modernell Mateus

La puerta de metal es un muro infranqueable hasta las 12:00 horas. Cerca de 300 personas cuentan los minutos. Esperan que el límite corredizo se desplace sobre el eje de ruedas y la voz femenina les dé luz verde para entrar.

Sucede cada lunes y jueves, a la misma hora. Para ellos y ellas, los indigentes que forman fila sobre la calle Bolívar ante la puerta del Convento de San Carlos, el portón que se abre es la señal de que por lo menos ese día tendrán un almuerzo seguro.

En el interior, las postulantes y las monjas de la orden de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul multiplican sus esfuerzos. Es lunes y en la cocina hay siete jóvenes en la labor. Dan los últimos toques a una sopa de pollo con verduras que alimentará a cargadores de los mercados de la zona, a desempleados, a madres con filas de niños con hambre, a mendigos, a alcohólicos, a ancianos abandonados...

Cuando se despeja la entrada, desfila bajo el umbral un tropel de personas vestidas pobremente. Una religiosa los hace entrar por turnos. Así, los cinco primeros entran encabezados por un anciano, vestido con un terno celeste, desgastado, arregla su cabello con una peinilla de plástico, mientras repite las oraciones y asiente ante las palabras de otra religiosa.

El programa "Sopa Solidaria" nació hace un año, explica Sor Carmen Patiño, superiora del Convento. Es parte de los planes de asistencia social que esta orden lleva adelante en hospitales, albergues, ancianatos. "Los lunes y los jueves, les damos un plato y un pan a alrededor de 300 personas muy pobres".

¿El menú? "Depende. Si ese día alguien nos trae verduras, será sopa de legumbres. Sin nos dan fideos, será de fideos. Gracias a Dios, hasta ahora ni un solo día ha faltado la carne". Sí han faltado raciones para los que quieren. un segundo plato. "Cuando ha venido más gente, nos ha tocado mandar a traer la sopa del almuerzo del convento".

La primera vez, hace un año, llegaron 40 personas, recuerda Piedad Muñoz de Mena, una de las voluntarias del grupo Medalla Milagrosa, que coordina el programa. Las alacenas se nutren de donaciones regulares y esporádicas. "Una marisquería aporta todas las semanas. Otro señor que una vez pasó y vio a la gente esperando, regala arroz. Alguien que una vez leyó sobre el programa, nos mandó 500 dólares", dice Patiño.

El Jueves Santo, hubo fanesca. "No tenía todo, pero sí un montón de habas, que le gané en una apuesta a una hermana que tiene familia en el campo". En otra ocasión, alguien que creía que un dinero que obtuvo "era del demonio", decidió donarlo al programa. "Traiga no más, de quién quiera que sea", fue la respuesta de la madre.

Los beneficiarios son agradecidos. "Dios le pague", "Dios le multiplique", "Dios le dé más": las fórmulas para reconocer la labor de las religiosas son incontables. Sacarse el sombrero y sonreír en silencio es la más sencilla.

Hermanas de la Caridad
hdlcecua@uio.satnet.net
teléfono: 2282996
Dirección: Calle Bolívar 642,
Quito, Ecuador

Nuevamente Actualizamos

despues de unos días sin actualizaciones volvemos, la falta de actualizacion se debe a que me encontraba trabajando en colonias urbanas salesianas en chile. ahora voy a poner un poco más al día los post vocacionales.

bueno eso saludos a todos