lunes, 12 de noviembre de 2007

"Desde pequeño Dios me llevó hacia Él".

"Desde pequeño Dios me llevó hacia Él".
P.Eamonnon Shelly L.C (Legionario de Cristo)

Me llamo Eamonn Shelly y soy de nacionalidad irlandesa. Considero mi vida un verdadero regalo de Dios porque se complicaron las cosas cuando nací y por poco pierdo la vida. Fui bautizado dos días después de mi nacimiento en el mismo hospital, gracias al capellán que estaba muy atento a las necesidades de las almas.

Mi papá, "Paddy", fue lechero, hombre noble y justo, amante de la oración y de la vida familiar. Mi mamá cumplía muy bien su misión de ama de casa dedicada completamente a la educación de sus hijos. Es una gran mujer. Somos 6 hijos, 2 mujeres y 4 hombres. Soy el cuarto de los seis. Recuerdo mi niñez con mucho cariño, creciendo en un ambiente muy católico de la Irlanda rural.

La primera vez que pensé en mi vocación sacerdotal debía tener seis años. Caminando un día con un amigo, platicábamos sobre lo que queríamos ser cuando fuéramos mayores. Recuerdo que le dije: yo quiero ser sacerdote. Desde tan joven percibí la llamada de Dios.

La primera persona que tuvo un impacto muy grande en mi vida fue la profesora de primaria. Una mujer estupenda, que tenía un gran amor a lo que hacía, y quería a Dios y a los demás con todo su corazón. Aunque muy amable, sabía ser firme y justa. Algo simpático pasó cuando ella se retiró de su profesión: me regaló la regla que usaba para imponernos algún que otro castigo. Era de madera y en cierta ocasión la rompió sobre mi mano, por mal comportamiento en clase. Después de terminar mi primaria, me he encontrado varias veces con ella; siempre recordamos con alegría esos hermosos años de mi primaria.

Debo confesar que por aquel tiempo no me gustaba mucho la escuela. Por ello, pedí permiso a mis papás para dejar de estudiar y comenzar a trabajar. Así fue. Conseguí un trabajo en una carpintería cerca de mi casa. Allí aprendí a ganar el sostén para mi vida. Después de dos años de trabajo decidí volver a la escuela para terminar mis estudios. Gracias a Dios, me fue muy bien.

La persona que más me ayudó a encontrar mi llamado fue el P. Pat Fogarty, un sacerdote diocesano que actualmente trabaja en las misiones de Perú. Entró en el seminario siendo muy joven. Cuando llegó el día de su cantamisa, en nuestra parroquia, yo asistí con ilusión; tenía 15 años. La Iglesia estaba llena, y tuve que quedarme en la parte de atrás. Percibí una sensación muy especial durante su homilía. Viendo la alegría y felicidad del P. Pat dando su vida a Cristo en el sacerdocio, nació en mí el deseo de vivir algo similar.

No comenté a nadie esta inquietud vocacional. Sin embargo, algunas personas que convivían conmigo sí la percibieron, incluidos mis propios amigos. Una noche nos encontrábamos en un restaurante; yo llevaba una camisa negra y uno de mis amigos dijo: ¡Oye, Eamonn, tú podrías ser un buen sacerdote! Me reí como si no hiciese caso, pero desde este momento la llamada se hizo cada vez más intensa.

La primera persona con quien compartí mi inquietud vocacional fue mi mamá. Tenía una confianza total con ella y sabía que me ayudaría a discernir. Estudiaba mi último año de bachillerato. Me quedaban tres meses para terminar. El orientador vocacional del colegio solía hablar con nosotros de vez en cuando. Era una persona estupenda, hombre íntegro y leal. En una conversación con él le dije que estaba pensando en ser sacerdote. Me respondió con pocas palabras, pero muy importantes: debía rezar mucho para que Dios nuestro Señor me iluminara. Una semana después, un viernes en la tarde, mientras estaba en casa, mi mamá me llamó para decirme que el profesor me llamaba por teléfono. Tomé el teléfono y me dijo: "Mañana hay una convivencia vocacional en el seminario diocesano. ¿Quieres venir? " Le respondí afirmativamente. Lo pasé muy bien junto con otros quince muchachos con inquietudes vocacionales, pero algo me decía que eso no era exactamente lo que Dios tenía pensado para mí.

El curso seguía adelante. Era abril de 1991 y en junio tendría los exámenes finales. Un día, en clase de religión, la monja que nos daba esa asignatura nos presentó a un sacerdote; había venido a hablarnos sobre las misiones. Se trataba del P. Hugh Ryan, L.C. Nos transmitió lo fascinante de la vida de un sacerdote. Nos invitó a conocer el noviciado de los Legionarios de Cristo en Dublín. Recuerdo que cuando el P. Hugh había salido del salón, le dije a un amigo: este sacerdote tiene algo diferente.

Poco después, el padre me envió algunos folletos y fotografías sobre los Legionarios de Cristo. Contacté con él y me invitó a visitar el noviciado de Dublín. Estábamos a inicios de julio. Me encantó lo que vi allí, sobre todo la caridad y entusiasmo de los jóvenes seminaristas. Decidí que esto era lo que yo quería hacer con mi vida. Después de dos meses de candidatado, un tiempo apropiado para pensar delante de Dios en los planes que Él tiene para cada uno, ingresé al noviciado el 15 de septiembre.

El P. Eamonn Shelly nació el 28 de abril de 1971 en Roscrea, en el condado de Tipperary (Irlanda). Ingresó al noviciado de la Legión de Cristo en Irlanda el 15 de septiembre de 1991, después de terminar la preparatoria. Ha estudiado un año humanidades clásicas en Salamanca. Ha cursado filosofía y teología en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma. Durante su período de formación, también ha dedicado dos años al trabajo apostólico en el Instituto Irlandés de Ciudad de México y uno en Francia.

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